CRÓNICA

Tarzanín, atrapado entre la cárcel y una residencia de mayores

La residencia en donde estaba ingresado Antonio Javier Fernández, en Barrocás.
photo_camera La residencia en donde estaba ingresado Antonio Javier Fernández, en Barrocás (ANDRÉS CACHALVITE)
"Tanto el padre como los hijos entraban y salían de los calabozos continuamente", asegura un policía

La vida de Antonio Javier Fernández Jiménez "Tarzanín", natural de A Coruña, no fue fácil, aseguran un veterano policía ya jubilado que lo detuvo en alguna intervención profesional. Recibió el apodo porque era hijo de Vicente Fernández Borja, alias Tarzán, otro habitual entre las fuerzas de seguridad que falleció hace unos años, vinculado al tráfico de drogas en los años 90 del pasado siglo. "Tanto el padre como los hijos entraban y salían de la cárcel continuamente", asegura este agente.

Hasta su ingreso en el centro asistencial de Barrocás en julio de 2016, estaba a la cabeza de los delincuentes radicados en Ourense con más reincidencia delictiva. La Policía Nacional, según pudo saber este viernes este diario, lo detuvo en 68 ocasiones y la Guardia Civil otras 14, casi todas delitos contra el patrimonio -robos con fuerza, robos con intimidación o hurtos de vehículo-. Según este policía, "estaba muy enganchado".

Antes del siniestro que lo dejó tetrapléjico, protagonizó varias detenciones relacionadas con pintorescos robos violentos o intimidación. Desde el atraco a un banco de la avenida Otero Pedrayo en noviembre de 2009 para un botín de 2.500 euros a un "alunizaje" en 2014 en un bar de la calle Marcelo Macías. En esa ocasión, llegó a reconocer que empotró un coche que había robado previamente contra la cristalera del establecimiento hostelero con la intención de apoderarse del posible dinero que hubiera en la caja registradora, algo que no consiguió por la presencia de testigos. No recordaba la intimidación con un cuchillo que ejerció contra un grupo de viandantes que presenció el alunizaje y que trató de retenerlo hasta la llegada de la Policía Nacional.

Entonces llevaba poco en libertad ya que en abril había protagonizado otro robo con intimidación.

Poco antes del accidente, había sido arrestado por siete delitos de robo con fuerza en vehículos. Apenas se complicaba, rompía las ventanillas de los coches estacionados en la calle y se llevaba todos los objetos de valor presentes en el interior. La Policía sabía que acto seguido iría a Covadonga. 

Su madre, Julia Jiménez, según asegura este mismo policía, "se desvivía por sus hijos, le preocupaban". Y era la primera en acudir a la comisaría cada vez que eran detenidos. A ella le constaban cuatro detenciones por tráfico de drogas y robo con fuerza en las cosas. 

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