La Audiencia aplazó las conclusiones para tomar declaración a su pareja, que no se presentó al juicio

Dos testigos sitúan a Alba Rodríguez como la mujer que seccionó un ojo al rival de su novio

La acusada, Alba Rodríguez Reza, durante su declaración en la Audiencia provincial. (Foto: Miguel Ángel)
La sala segunda de la Audiencia provincial juzgó ayer a Alba Rodríguez Reza, acusada de seccionar un ojo, usando un vaso de cristal roto, a un joven con el que su novio acababa de pelear. Los hechos ocurrieron en abril de 2007, en una discoteca de la ciudad. El fiscal pidió para ella nueve años y medio de prisión por un delito de lesiones. El forense y el oftalmólogo que atendió a la víctima confirmaron que ésta no puede ver sino sombras y bultos, en ningún caso identificar personas a través del ojo dañado.
La Audiencia provincial enjuició ayer a Alba Rodríguez Reza, de 22 años de edad, para quien el fiscal solicitaba nueve años de cárcel por un delito de lesiones (con la agravante de alevosía) producidas al perforar el ojo izquierdo de L.O.P. con un vaso previamente roto. Antes que las partes expusiesen sus conclusiones, sin embargo, la vista oral fue aplazada como consecuencia de la incomparecencia de un testigo cuyo testimonio la presidenta del tribunal juzgó muy relevante.

La acusada, para quien su letrada solicitó la libre absolución, negó ser la persona que empuñó el vaso que seccionó retina, iris y cristalino de L.O.P. -al punto de causar la inutilidad casi total del ojo, según el médico forensela madrugada del 5 de abril de 2007, en la discoteca Extravagance (Ourense).

Sólo admitió que su novio, ante cuya ausencia en la sala precisamente el juicio sería más tarde aplazado, se enzarzó en una pelea con la víctima. Y si bien confesó que vio sangrar a ésta por la cara, lo atribuyó a los golpes que le propinó su pareja, L.J.A. Esa noche, Alba Rodríguez tomó ‘seis o siete güisquis’, pero en el momento de la reyerta no tenía ningún vaso a mano, aseguró.

Los posteriores testimonios, sin embargo, cuestionarían su versión de los hechos. La víctima la identificó como su agresora sin género de dudas. Irrefutablemente. Aquella noche, después de varios conatos de trifulca aplacados, L.O.P. y el novio de Alba, parecían arreglar verbalmente sus diferencias cuando éste último ‘me soltó un cabezazo, y comenzamos a darnos puñetazos’. Tras el intercambio de golpes, que los llevó al suelo, los separaron. Incluso se enfriaba ya la pelea. Pero entonces ‘escuché que se quebraba un cristal, y cuando me giré vi a la rubia -en referencia a la acusadaque me tiraba el vaso desde menos de un metro’. Se postró de rodillas, gritando que le habían vaciado el ojo. En ese momento llegaron los responsables de seguridad, cuando la contundencia misma de los hechos había puesto fin a la batalla.

‘Fue la rubia, fue la rubia’

Los dos primeros testigos confirmaron que vieron a una mujer rubia que rompía un vaso y atacaba a la víctima con él. Uno identificó a la acusada con la mujer rubia, el otro no llegó a ese punto. Es más, afirmó que aquella rubia no era la que ayer se sentaba en el banquillo.

De los dos siguientes testimonios, que no conocían de nada a los implicados, el primero aseguró ver cómo Alba tomaba un vaso de una estantería y lo golpeaba contra la cara de la víctima; el segundo no identificó a la acusada, aunque sí observó que una chica tiraba un vaso.

Poco aclararon las declaraciones de los dos porteros y el encargado de la discoteca. De hecho, los tres afirmaron que cuando llegaron al punto de la pelea ésta había finalizado, y no vieron a nadie con el perfil de la acusada: rubia y con la ropa ensangrentada. ‘Cuando llegué, vi a un joven con la cara ensangrentada que gritaba ‘fue la rubia, fue la rubia’’, sostuvo el encargado de Extravagance.

Llamativo resultó el testimonio del amigo con el que la víctima acudió al local. De dar todo tipo detalles de los hechos en la fase de instrucción, pasó ayer a no recordar nada de lo ocurrido.


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