Reportaje

La tuna cumple en Ourense dos décadas "sujetando la tradición"

photo_camera La Tuna de Ourense cumple 20 años y lo celebran actuando en el Casco Viejo.
Ninguno es ya universitario pero ocho valientes aguantan animando las calles de Ourense. Cumplen ahora 20 años de "fraternidad", aunque solo dos aguantan desde el principio.

Un profesor, un ingeniero, el propietario de una librería, un abogado, un afinador de pianos... La tuna de Ourense pervive y cumple dos décadas pese a no estar ligada plenamente a la universidad. El reto pendiente es luchar contra el desconocimiento. "Lo primero que dice  la gente cuando nos ve es '¡ah!, ¿pero hay tuna en Ourense?". Pues sí, y cumple ya 20 años.  "Estamos sosteniendo la tradición como buenamente podemos". Han llegado a hacer una presentación invitando a todo el mundo a cañas "cansados de que todo el mundo nos pregunte si hay tuna ". Pero parece que ni así acaba de cuajar del todo. 

Nacieron en su día apadrinados por la tuna de Santiago, ya que la única forma de existir es que las otras tunas te reconozcan. Llegaron a ser 18 y ahora quedan 8. El relevo generacional se complica y, aunque nació originariamente  en  la facultad de Derecho, ahora ninguno está ya estudiando. Pero el espíritu sigue. 

En sus inicios, la tuna era a menudo  empleada  por los estudiantes para sufragarse parte de sus estudios o viajes de vuelta a casa, tocando de lugar en lugar. "Aunque la gente lo vincula a la música, somos más una fraternidad que un grupo musical", explica el maese tunae, la máxima autoridad, que es el abogado David García Rubianes.

Para celebrar sus dos décadas de existencia, esta semana decidieron salir a las calles del Casco Vello para amenizar el terraceo. La tuna también tiene que reinventarse. La falta de eventos les ha lastrado. Pero no es lo único. "La gente cada vez es menos romántica, ya casi nadie nos llama para rondar en los balcones o para las pedidas", confiesa el maese. 

Tras un año covid que les ha impedido hasta reunirse para ensayar, aseguran que ahora "tenemos unas ganas de salir locas" y están empezando a programar cosas y viajes pendientes. Y es que la tuna, si por algo se caracteriza, es por su tendencia a viajar ante las invitaciones de otras tunas para representar a Ourense o por su cuenta . "Seguimos sujetando la tradición como podemos, pero estamos abiertos al relevo, a que venga gente nueva", dice el maese, que tiene el grado de veteranía más alto. Los grados son pardillo,  que va a pasarlo bien sin traje y sin compromiso; novato, que no tiene traje pero sale disfrazado y recibe aprendizaje musical y de  socialización, a "gastos pagos"; viceveterano, con voz y sin voto, y veterano, miembro plenipotenciario que apadrina a los novatos. Hace semanas, bautizaban precisamente a dos novatos.

Ensayan una vez por semana, preferentemente en espacios abiertos y, sobre todo, hacen vida de hermandad. "Prefiero gente simpática y abierta que gente que tenga conocimientos musicales y sea tímida. Un tuno no puede ser tímido", dice el maese, que abre las puertas a quien lo desee. El que entra no se libra de las novatadas. "La última fue obligarlos a sentarse en una terraza con gente desconocido y obligarlos a hablar durante 20 minutos del bocadillo de chorizo con berzas. Y si se llevan mal dos novatos, salir juntos  envueltos en papel higiénico los dos juntos sin romperlo". 

Poco movimiento

Los eventos escasean en estos tiempos. El centenario de una mujer en Loiro (Barbadás) fue el último. También fueron a Celanova a unas bodas de plata y a alguna pedida y a  cantar a la ventana, pero esto último ya es "algo excepcional". Entre ellos, prevalecen sus nombres de tuna. Son Tru (el maese) y Pelegrín, los únicos que aguantan desde el inicio, Morris, Dulce, Hippie, Croquetas, Bisteques y Neno. 

¿Dinero? "Cuando juntamos algo de dinero compramos instrumentos o nos vamos de viaje. Y eso que nos llevamos. Te vas sin poner un duro y vuelves sin poner un duro. Porque  pagamos el viaje  y por ahí si alguien te da una propina pagas el hotel, la gasolina... Hay tunas que han llegado a dar  la vuelta al mundo". 

De hecho, Dulce, ourensano de pura cepa que vivió una temporada en Japón tiene el mérito de ser el fundador de la tuna del país nipón, ha viajado por medio mundo con la tuna. Es, sin dudarlo, el más internacional.  

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