El envejecimiento de la población ourensana, junto a la mayor aceptación de este servicio, están detrás del aumento

Los usuarios dependientes en centros de día crecen un 34% en sólo dos años

Usuarias del Centro de Día de Toén, en una de las actividades de manualidades que organiza.
La debacle poblacional que afecta al censo de la provincia, en donde el 29,1% de los 333.257 ourensanos tiene más de 65 años (96.965 personas según los últimos datos), ha contribuido en los últimos dos años a que se disparase paulatinamente la cifra de dependientes usuarios de los centros de día hasta los 232 de mediados de este mes, un 34,1% más que los que había en octubre de 2010 (173).
Este incremento, registrado en el conjunto de las 10 instalaciones que gestiona en Ourense el Consorcio Galego de Servizos de Igualdade e Benestar, se explica, también, según asegura Encarna Álvarez, una de sus técnicas de Xestión Xerontolóxica, por la apertura de nuevos centros -en Allariz, A Rúa y Vilar de Barrio-, y porque se están 'consolidando como una alternativa' para quienes no pueden estar solos en su vivienda durante el día.
Personas con deterioros cognitivos o enfermedades crónicas de todo tipo reciben en estos centros la atención que precisan y que sólo pueden brindarle sus familiares, allegados o cuidadores durante el resto de la jornada. En ellos, pueden vencer la soledad que sufrirían de no ser por el resto de compañeros y los profesionales -psicólogos, trabajadores sociales, fisioterapeutas o enfermeros- que los atienden con el fin de mejorar su competencia física y habilidades psicosociales.

el total de plazas: 346
Muchos de los usuarios que ocupan una plaza de las 346 que ofertan estos centros ourensanos tienen más de 80 años e inquietudes muy similares. Deben estar declarados como dependientes y abonar entre 90 y 450 euros aproximadamente en función de su renta y de si utilizan todos los servicios de las instalaciones o sólo una parte -entre ellos, el de comedor-.
Estas tarifas que desembolsan por el servicio, en cualquier caso, son muy inferiores al coste real que supone, que desde el Consorcio cifran en alrededor de 1.000 euros por persona y mes. Cada día, una elaborada programación a medida de los usuarios procura, tal y como indica Encarna Álvarez, cultivar distintas habilidades y destrezas psicomotrices, incidiendo especialmente en los programas de rehabilitación física que deba seguir cada dependiente. También hay tiempo para los juegos de mesa y las terapias grupales. En todas las actividades, tal y como asegura esta técnico de Xestión Xerontolóxica que supervisa tanto el funcionamiento de los centros de Ourense como el de los de la provincia de Pontevedra, 'están en contacto con profesionais novos que velan por eles con moito esmero'.
La buena acogida que tienen estos recintos entre sus usuarios hace que 'sexan escasísimos os casos nos que se decide abandonar o centro', fomentando, además, que la experiencia positiva de quienes los utilizan anime a otras personas dependientes a solicitar una plaza. 'Estáse a vencer así, -incide Encarna Álvarez-, a tradición reacia de saír do domicilio familiar, o de toda a vida, porque se ve que é unha alternativa moi boa á casa'.

más cobertura
Ello hace que desde el Consorcio Galego de Servizos de Igualdade e Benestar manejen la previsión de 'intensificar o servizo onde a cobertura non é aínda óptima, ou onde non hai prazas suficientes'. Además de erigirse ya como recursos básicos de cara el futuro para los dependientes, también facilitan que sus allegados o familiares, dado que muchos trabajan, puedan compatibilizar su vida laboral con la atención a sus mayores, a quienes cuidan durante la noche, tomando el relevo de los centros de día.
Las ventajas, además, no quedan ahí. Los profesionales de estos centros comprueban día a día que muchos dependientes que atienden experimentan 'unha mellora moi importante dende que chegan', porque enriquecen sus destrezas de socialización y dan un vuelco a su vida, dejando atrás, en muchos casos, la soledad, al fomentar hábitos que habían creían olvidados.
Por todo ello, Álvarez no duda en afirmar que este tipo de instalaciones 'teñen o futuro asegurado, porque teñen un custe moi inferior ao servizo que ofrecen', y que cada vez es más demandado en provincias como Ourense, en donde la sangría poblacional avanza de forma lenta pero imparable.

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