Vacas para misses, no para ordeñar

Las vacas quedan para el concurso Apenas un centenar de personas, productores del campo, que se decía antes, se manifestaron el miércoles en las calles de Ourense para protestar por una situación económica que (también) a ellos les está llevando al límite. Poca gente, entre otras cosas, porque agricultores y ganaderos no son empleados de otros sectores que se las piran del chollo para ir a ciscarse en el Gobierno en un acto reivindicativo. A los cultivos hay que dedicarle horas y en la puerta de la ganadería no se puede poner el cartel de vuelvo en diez minutos. Ourense no es Madrid, ciudad que registró el pasado año más de 3.000 manifestaciones, lo cual puso a los residentes en la capital hasta los periféricos, hartos de los protestones. El que en Ourense no haya ese espíritu reivindicativo no significa que no haya agobios, en el sector primario y en otros muchos. Hubiese bastado un único manifestante porque la voz y el lamento fue único: así no se puede seguir. La gente que se dedica a estas actividades son los Astérix de la pequeña Galia ourensana, un reducto de corajudos valientes que plantan cara a Roma, que casi rima con Mercadona. Los consumidores pagamos en la caja del supermercado lo que nos piden por la compra y vemos que los lineales están siempre llenos y cuando falta papel higiénico vamos los periodistas a lamentar que el mundo se derrumba, como le decía Ilsa Lund a Rick en “Casablanca”. Los manifestantes del día 6 pudieron ser pocos, pero el hartazgo es mucho. Si esos pocos que llevan la pancarta y los que quedaron en el tajo dejan de producir en el super va a faltar algo más que papel higiénico, pero el Mercadona estará atiborrado de mercancía con su celofán y su etiqueta de procedencia del otro lado del orbe. Siempre quedará el Luar de la TVG y su concurso de Miss Vaca, que gustó mucho al parecer. Al menos cuatro vacas quedan en Galicia, una por provincia, para ir a un concurso. Un vago Y fuera de la capital, también hay vida, mucha vida, aunque aletargada. La hibernación cada vez es más larga porque el envejecimiento entumece, postergando la salida y la actividad. Pero la hay, manifestada en multitud de síntomas. Decenas de animosos vecinos y organizaciones se echan los fines de semana a los eventos organizados durante meses. Una especie de toque de diana para que la tropa se levante. El tópico veraniego despierta el Ourense de las mil fiestas y cuchipandas gastronómicas. Un vistazo a la agenda de este fin de semana sirve para reparar en lo cigarra que somos todos, pero también para ensalzar la capacidad de atracción que tienen entidades con pocos recursos pero mucha ilusión en villas, pueblos y aldeas. Salvo en la ciudad, donde el haragán que la dirige ve pasar el estío sin programación que merezca la pena, condenando a sus vecinos a vivir en el invierno nuclear de todo su mandato y la hibernación eterna, que sería su principal victoria: desear que Ourense no despierte jamás para poder perpetuarse él. Sobre el cadáver de un ahogado El verano eleva los riesgos, lo mismo por la picadura de un mosquito que por un baño inoportuno en el lugar inadecuado. El Miño, sus trampas embalsadas y sus escondidos zepos biológicos, reclama su trágico protagonismo. Los primeros calores llevaron al joven senegalés Assane Gabe a echarse aguas arriba de la presa de Velle y después de un desventurado lance el cauce lo engulló. Los sucesos, y solo los sucesos, son capaces de impulsar medidas preventivas cuando ya no son eficaces, a posteriori de la tragedia. Bastó la pérdida de una vida para confirmar que las decenas de bellos parajes para darse un chapuzón pueden ser trampas mortales. Falta de señalización o imprudencias son solo dos de las conclusiones. Pero, sobre todo, el verano eleva la estupidez administrativa, esa falta de empatía con la desgracia y esa burocratización de las responsabilidades, que nunca son suyas. Siempre hay otros a las que echárselas, como quien esparce incienso sobre el cadáver de un ahogado. Buitres Hace 25 años que ETA mató a Miguel Ángel Blanco, enterrado en A Merca, por cierto. Su muerte, que iba a ser símbolo de no sé qué, acabó siendo un cadáver igual que cualquier otro, que se lo disputan como buitres los sesgos políticos. Al poner la lupa Explicaciones y sus contradicciones Dice la DGT que Ourense es una de las provincias donde más aumentaron las sanciones por exceso de velocidad tras la pandemia. A ver si es uno de los síntomas compatibles con el covid persistente que analizan los expertos. A ver si tiene que ver con que la emigración para escapar de Ourense se hace cada vez a mayor velocidad y sin mirar atrás. ¿O será que los excesos son por la entrada masiva a la provincia antes de que se acabe el oro de este El Dorado? Una información del periódico desvelaba que los radares cazan cada día en Ourense a 134 conductores. La observación de nuestro comportamiento al volante y la prisa que llevamos en carretera es digno de sesudo análisis, que igual tiene que ver con los meses que echó el coche en el garaje por culpa de la pandemia. Nuestro comportamiento, en fin, no deja de sorprender. Cada vez le pisamos más, por lo tanto el coche consume más. Y darle de beber cuesta dos euros el litro. Es para no entener nada. El portafotos Luis Seara tomó el sable esta semana de la candidatura a la alcaldía de Ourense por el BNG. Ana Pontón, la líder nacionalista (“a xefa”, como la llaman algunos en el partido), acudió a ungirle, signándole con el óleo sagrado de los del Bloque para recibir el sacramento del mandato municipal. Seara es un pulcro concejal de la institución local, lo suficientemente sensible como para sufrir arcadas en la letrina de Jácome, también lo suficientemente sensible como para recibir directos a la mandíbula. Se aparta del patrón clásico de los guardianes de las esencias del BNG, los del canta razón temos e que sería desta xentiña si non fora por nós. Seara es de otra pasta, creo, aunque haya mucho teórico todavia con mando en plaza en su organización. Sospecho que el votante no está para muchos purismos y sí para exigir mucho sentidiño común, ahora que el futuro nos depara muchas sombras económicas y ahora que se ha constatado que el experimento del gobierno de la ciudad sigue siendo una bofetada al sentido común. Seara es un actor crucial, no tanto para hacer conjeturas con los resultados del año que viene, sino para anticiparle que en el gobierno o la oposición debe contribuir a que la desvergüenza actual sea un mal sueño.