Villarino maniobra a la desesperada contra las estrategias del PSdeG

Villarino y Jácome en 2019, ambos pactarían con el diablo para lograr su objetivo.
photo_camera Villarino y Jácome en 2019, ambos pactarían con el diablo para lograr su objetivo.
No hay nada peor que la incapacidad de asumir las limitaciones propias y las contundentes derrotas. Rafael Rodríguez Villarino es la expresión palmaria de ello, y todo pese a la generosidad de un partido que siempre ha tratado de mantenerlo alineado, aun a sabiendas de su enrevesada forma de interpretar la política y su propio partido

Villarino y los suyos fueron incapaces de encajar la decisión de la Ejecutiva gallega de sustituirlo como candidato a la Alcaldía de Ourense y de torcer su intención de hacer campaña activa en contra de los socialistas. Para él, la ciudad en la que fue candidato nunca ha sido más que una plataforma secundaria, desde la que dar el salto a su ensoñación de ser presidente de la Diputación. La tercera ciudad de Galicia es en su escala de valores el último municipio en importancia de la provincia.

Esta visión lo llevó hace cuatro años, cuando fue el partido más votos en el Concello (gracias no a él sino a la ola creciente que el socialismo vivía en toda España) a perder la Alcaldía, mientras fantaseaba con conquistar la Diputación. Ni una cosa ni otra. El ganador de las elecciones en la ciudad, fue finalmente el gran derrotado. Desde entonces, su errática visión del panorama político ourensano lo condujo a un laberinto sin retorno.

En su partido hay quien ha señalado a Villarino como un alma gemela de Jácome. Pactaría con el diablo para hacer realidad sus obsesiones. Y la de Villarino es la Diputación. Cuatro años después, se ha empeñado en repetir los errores, al margen de la consigna de los dirigentes gallegos, de aplazar cualquier pronunciamiento hasta la reunión que el jueves mantendría en Santiago el órgano competente para decidir la estrategia a seguir. En un intento desesperado de influir en dicha decisión, se ha apresurado a forzar una ejecutiva provincial con un grupo de afines, a los que como él, la ciudad, donde reside la tercera parte de la población de la provincia, les importa un bledo.

Quería el titular de que el PSOE ourensano había decidido entablar negociaciones con Democracia Ourensana y buscar un pacto a tres, obviando que, como ocurre con la mayoría de los militantes de su partido, en DO y en el BNG no se fían lo más mínimo de él ni, por supuesto, de su capacidad para cumplir nada de los que les prometa. Al final, todo se reduce a una suicida huida hacia adelante que no hace sino hundirlo más en el ostracismo y, lo que es peor, horadar la imagen del PSdeG y del socialismo ourensano.

Desde Santiago, observan incrédulos cómo el secretario provincial ourensano intenta lanzarles un absurdo órdago. Ya estaban avisados de con quien se jugaban los votos, pero no calcularon en su justa medida el irracional rencor que mueve el modus operandi de Villarino, que desde el primer día está pidiendo cita en la consulta de Jácome, para mayor gloria de este.

Desde su oportunista caída en la ciudad, después de haber perdido las primarias con Barquero, Villarino ha ido desmontándose a sí mismo, hasta llegar a desnudarse por completo como lo que es, un náufrago de la política. Sus compañeros en la ciudad lo venían describiendo con fidelidad, ahora en Santiago ya tienen el retrato perfecto.

El PSOE ourensano necesita un contundente giro de timón, antes de que su secretario provincial lo estampe contra las rocas. Quienes mandan hoy en el PSdeG ya tienen toda la información que necesitaban y sabrán cómo actuar.

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