La tradicional feria de Ourense que se celebra los días 7, 17 y 27 de cada mes, volvió ayer a la actividad, tras cuatro meses de parón a causa de la crisis sanitaria que atraviesa el mundo, y lo hizo entre estrictas medidas de seguridad, una respetable afluencia inaugural y varias quejas para mejorarla, especialmente relativas a la separación, a la visibilidad y a los desajustes en las licencias de los puestos.
"La gente viene muy concienciada. Respeta las medidas. Pero a la hora de organizar..." señala Iago Vázquez, portavoz de la Asociación Galega de Ambulantes y Autónomos, que incide en que "son muchos a mandar", y eso perjudica el desarrollo de la feria: "Estamos sufriendo una discriminación muy grande. La Plaza de Abastos siempre estuvo dispuesta, el que no estuvo dispuesto fue el Concello y la Xunta. Si esto sigue así no compensará abrir, seguiremos en otras ferias".
La polémica viene a raíz de las licencias para los puestos, que ahora son de 5 metros, y los vendedores que tienen 8 o 10 contratados, ven reducido su espacio en un 50 por ciento con respecto a los más pequeños. "La organización es buena, especialmente con la medida del circuito para que la gente no se amontone, pero lo de los 5 metros no se entiende. ¿Qué se supone que tenemos que hacer? ¿Cortar a la mitad los puestos?", se preguntaba el portavoz.
"Fue un día un poco complicado para los vendedores, que son gente extraordinaria y muy colaboradora. Se pulirán detalles en el futuro para atender a todas las demandas; hoy era una día para comprobar que la gente respeta las medidas", expuso Alberto González, gerente de la Plaza de Abastos, cuya asociación catalogó el evento de "éxito", señalando el gran respeto a las medidas de seguridad, la constante limpieza de la zona, la satisfacción de los vendedores y, pese a la regular afluencia de la primera feria, los buenos pronósticos dados para las próximas fechas, especialmente para el próximo día 7 de agosto.
