La baja inmunidad de grupo agrava la temporada de gripe

<p> Una enfermera inocula la vacuna contra la gripe a un hombre. </p>
photo_camera <p> Una enfermera inocula la vacuna contra la gripe a un hombre. </p>

Dado que no hubo casi circulación del virus en dos años podemos ser más susceptibles a ella

Las medidas de protección ante el covid-19 causaron una drástica caída de la circulación de la gripe el pasado invierno, lo que podría traducirse en una pérdida de la inmunidad adquirida a nivel de grupo y en una mayor susceptibilidad a esta enfermedad. Así, la próxima temporada de gripe, que alcanzará su pico hacia finales de enero, podría empezar antes y con más casos, aunque es difícil hacer previsiones, y por ello la principal recomendación para los grupos de riesgo sigue siendo ponerse la vacuna, que se puede administrar a la vez que la del covid-19.

El año pasado “prácticamente no hubo casos de gripe”. En una temporada normal se dan entre 250 y 300 por cada 100.000 habitantes por semana y en la pasada temporada “la raya rozó el cero absoluto, fue una diferencia abismal”, dice el responsable científico del Centro Nacional de Gripe de Valladolid, Iván Sanz. Al no haber habido casi circulación del virus durante casi dos años nuestra inmunidad baja y podemos ser más fácilmente susceptibles. Es “biología pura y ahorro del cuerpo, que no puede mantener constantemente unos niveles de anticuerpos altísimos porque es muy costoso biológicamente”.

Pero agrega que hay que mirarlo desde un punto de vista poblacional, no individual, porque al final lo que disminuye es la inmunidad de grupo. Si no nos hemos expuesto a la gripe desde hace casi dos años, porque ni nos hemos contagiado ni vacunado, al final, -indica- “disminuye la inmunidad a nivel de grupo, lo que propicia que haya más infecciones”.

Además, cita una investigación estadounidense, la cual señala que tras un invierno cálido las siguientes epidemias de gripe, en un 72%, “empezaban antes, tardaban más en terminar y producían muchísimos más casos de lo habitual, porque se perdía la inmunidad de un año para otro, ya que el virus sigue evolucionando”. El equipo de Sanz publicó el pasado julio un estudio partiendo de esta hipótesis. En este caso, en que no hubo nada de gripe, se puede esperar “algo similar”.

La posibilidad de una peor temporada de gripe es uno de los escenarios, pero “está muy condicionado” por muchos factores, indica, por su parte, Jaime Jesús Pérez, de la Asociación Española de Vacunología. Entre ellos, recuerda que el año pasado fue en el que más se vacunó la población, un 10% más, y este año hay que conseguir que todas las personas de riesgo o la mayoría lo hagan. Además, aunque las medidas ante el covid no van a ser “tan extremas” como el invierno pasado, la mascarilla se sigue usando en interiores, se mantiene la recomendación de guardar la distancia y los niños en los colegios, que “son los que mueven la epidemia de gripe, van a seguir prácticamente con las mismas medidas”.

Pérez considera que es “muy difícil hacer previsiones”, porque si en algún momento se autoriza la vacunación contra el covid a menores de doce años y se relajan las medidas, eso repercutiría en otros virus respiratorios. “Son todo una serie de incertidumbres sobre lo que va a pasar”, dice, pero lo que tiene claro es que la mejor manera de luchar contra la gripe es vacunándose si se es grupo de riesgo.

La vacuna de la gripe se formula tomando como base las muestras identificadas en la temporada precedente en todo el mundo, para ver hacia dónde se dirige el virus, “en el sentido genético y evolutivo”, y al final se seleccionan las cepas más representativas, explica Sanz. Este año se identificaron “muchísimas menos”, debido a su baja circulación y puede ser que la evolución del virus “haya generado variantes que no son lo más parecidas exactamente” a las de la vacuna. Sin embargo, destaca que “se parezca más o menos” el virus de la vacuna al que circule, siempre se vio que esta aumenta los anticuerpos, por eso “vacuna que algo queda”. 

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