Plaga

Las larvas de procesionaria, todo un riesgo para niños y animales domésticos

El estado adulto de la oruga es inofensivo pero su estado larvario tiene un método de defensa muy agresivo. procesionaria
photo_camera El estado adulto de la oruga es inofensivo pero su estado larvario tiene un método de defensa muy agresivo.
El estado larvario de la procesionaria es muy peligroso sobre todo en niños y animales domésticos 

En estas épocas del año, es común ver las larvas de la procesionaria (Thaumetopoea pityocampa), incluso sus antiguos nidos. No son difíciles de identificar, ya que los nidos son como una bolsa sedosa que se asienta en las coníferas autóctonas, principalmente en los géneros Pinus, Cedrus y Abies. Las larvas son pequeñas orugas que se mueven en grupos formando características filas, de ahí su nombre.

Entre los meses de febrero y abril, dependiendo de las condiciones meteorológicas, esta especie abandona su nido, emergiendo entre 100 y 200 individuos de cada nido, alimentándose en el mismo árbol donde se gestaron. Las larvas, de actividad nocturna, buscan un lugar donde enterrarse y formar su crisálida. Una vez finalizada su metamorfosis emergerán como polillas.

Es una especie muy famosa por los daños que puede causar, a pesar de ser una especie de lepidóptero defoliador, sus daños no se asocian a las especies vegetales. Su estado adulto es inofensivo pero su estado larvario tiene un método de defensa muy agresivo. Cuando esta especie se ve en peligro, eyecta unos filamentos urticantes que recubren su piel. Estos filamentos están recubiertos de una toxina termolábil denominada Thaumatopina.

Ataque y daños

Un ataque de una procesionaria no causa grandes daños a un adulto, pero son muy peligrosas si se tratan de niños. Su toxina provoca irritación de oídos, nariz y garganta, estos efectos son fáciles de tratar, pero se deben tratar a tiempo, si no puede tener efectos fatales llegando a causar incluso la muerte por asfixia en casos muy graves. También son peligrosas para mascotas domésticas, su curiosidad y su inocencia puede causarles un ataque de esta oruga, con resultados lo suficientemente graves como para causar una asfixia.

Para que esta especie cause efectos dañinos a una plantación, la cantidad de nidos ha de ser enorme. Con dificultad se pueden llegar a considerar una plaga forestal, puesto que solo podrían llegar a causar daños en el crecimiento de plantaciones jóvenes.

Anteriormente, se encontraba solo por debajo de los 1.400 metros de altitud, pero debido al calentamiento general del territorio, se han llegado a ver ejemplares en Sierra Nevada, por encima de los 2.000 metros.

Para combatir esta plaga, la cual ha de combatirse principalmente en zonas de recreo donde haya actividad infantil, se debe conocer su ciclo biológico. Los métodos de combate mas efectivos se producen antes de la eclosión de los huevos, combatiendo los nidos. Debido a la sustancia urticante, ha de realizarse la eliminación con cuidado, se puede disminuir este efecto mojando el nido con agua, siendo recomendable eliminarlo con un palo con una distancia prudente. Otra opción es colocar un plástico lleno de agua alrededor del tronco a modo de embudo, así, cuando las orugas bajen a enterrarse, morirán ahogadas.

Si es demasiado tarde para eliminar el nido y las orugas ya se han enterrado, podremos encontrarlas buscando unos montículos de arena removida de unos 15-20 centímetros de diámetro. Se puede alterar el ciclo de reproducción, utilizando trampas de feromonas que atraerán a los machos, quedando este atrapado e impidiendo así la fecundación de la hembra. Si estos métodos no funcionan, también existen gran cantidad de depredadores de estas orugas, los más destacables serían, entre las aves, los carboneros y los herrerillos, dos pájaros insectívoros especialmente voraces con la procesionaria. Entre los mamíferos el lirón careto y los murciélagos, también podemos contar con avispas, cigarras y hormigas.

Como ya hemos comentado esta plaga no es una amenaza especialmente grave para las plantaciones, a pesar de ello su presencia se está viendo incrementada a lo largo de los años, además de verse en más regiones de la comunidad. 

Esto, añadido a los peligros que suponen para los niños y los animales domésticos, hacen que sean motivo de atención y se deban tener en cuenta a la hora de dar un paseo por una zona de coníferas. 

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