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Los "paladares gastronómicos" se consolidan como experiencia culinaria

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photo_camera Fotografía cedida por Hidden Factory del espacio Spoonik.

Comer en casa de un cocinero con estrellas Michelin es lo "más" en la alta oferta culinaria en Barcelona

Comer en casa de un cocinero con estrellas Michelin es lo "más" en la alta oferta culinaria en Barcelona, donde han proliferado pisos y locales casi clandestinos para quienes buscan experiencias sensoriales alrededor de una mesa.

"Spoonik", con Jon Giraldo y Jaime Lieberman al frente, que dan de cenar en el comedor de su casa, situada en la plaza Lesseps, y "Hidden Factory", que tiene en su cocina a Xavier Morón y Nicolas Baud, en un espacio decadente e industrial del Raval de Barcelona, situado en un tercer piso que albergó una antigua fábrica textil y un taller de Antoni Tàpies, son de los más exclusivos y solicitados espacios entre personas de alto nivel económico.

Ambos sirven menús degustación cerrados que tienen ocho platos, con vinos incluidos, que oscilan entre 70 y 90 euros, con un servicio de mesa impecable, cuidado y detalles exclusivos, pero cada uno con una oferta culinaria y experiencias distintas.

En "Spoonik", los platos tienen toques de comida latinoamericana porque Giraldo, el dueño de la casa, licenciado en Derecho y formado como chef en Bell Art, Hoffmann y el Celler de Can Roca, es colombiano, y Jaime Lieberman, que alterna la fotografía con la cocina, es mexicano.

Semiesférico chufoie (horchata + foie), pollo de corral confitado en mantequilla de guascas y glass con texturas de patata criolla, salsa de maíz tierno y alcaparras crujientes, bacalao con microverduras, tierra de morcilla y salsa holandesa de azafrán, son algunos de sus platos estrella.

Xavier Morón y Nicolas Baud, de "Hidden Factory", que han vivido la alta cocina junto a Ramon Freixa, tienen una carta homenaje a Gaudí con platos muy catalanes, como chipirones rellenos de butifarra con alcachofas y jamón ibérico, chimenea de cep ahumado con piñones y ganache de foie, y banco sinuosos de canelón de pollo trufado con chips de verduritas como platos más destacados.

Tanto "Spoonik" como "Hidden Factory" se configuran como espacios en los que, además de comer, se organizan actividades relacionadas con el mundo de la cocina, como clases, conferencias, encuentros de maestros de fogones y eventos para particulares, porque son polivalentes.

Entre este tipo de "paladares" (como se conoce popularmente en Cuba a los restaurantes particulares) en los que los productos se elaboran ante los comensales y se explica su proceso creativo, destacan también "Santa Rita Club Gastronómico", creado en 2010 por el chef Xabi Bonilla, uno de los pioneros en esta oferta gastronómica, y que sólo sirve unas 30 comidas a la semana por algo más de 50 euros el cubierto.

Bonilla, con 15 años de experiencia y que defiende la idea de "cocinar en zapatillas y servir a los clientes para que sientan como en su casa", se formó en la Escuela de hostelería del Instituto Ibaialde, en Pamplona, y ha trabajado en restaurantes de prestigio de Barcelona, como el Laurak y en el Raco d'en Freixa, con dos estrellas Michelin.

También por algo más de 35 euros se puede disfrutar de una experiencia gastronómica en "La Barceloneta", un local que de día funciona como sede de una revista gastronómica y por la noche como espacio gastronómico, y en el que también se hace promoción de productos de alimentación.

Para los amantes del dulce, el pastelero y chocolatero "underground" Miquel Coulibaly también organiza cenas en su casa, en un loft de Poble Nou, en el que improvisa fusiones con otros productos puros y naturales, evitando el azúcar y tratando de convertir el chocolate en un alimento saludable. 

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