Uno, dos, tres… ¡cuatro nuevos corderos en Valdeorras!

La oveja María que parió cuatro corderos en Fervenza, con los tres que sobrevivieron.
photo_camera La oveja María que parió cuatro corderos en Fervenza, con los tres que sobrevivieron.
Aurora Saavedra vino a Valdeorras desde su Cuba natal, hace más de 30 años. Es la dueña de María, una joven oveja cuyo primer parto ha sido un hito de la naturaleza: cuatro corderos, de los que uno no logró sobrevivir la primera noche

"Lo normal es uno, lo habitual son dos, y extraordinario son tres, pero de vez en cuando nos encontramos con sorpresas de la naturaleza, insólitas, no habituales”. Así describe Pedro Rodríguez, responsable de Agromacen, la anécdota sucedida a comienzos de semana en Fervenza, una aldea perteneciente al concello de O Barco. María, una oveja de 13 meses, parió cuatro corderos en su primer y único parto, cuatro hembras que hoy solo son tres porque la hermana más pequeña no lograba sobrevivir a la primera noche. 

La señora Pilar vive al lado de la pequeña plaza de Fervenza. Es la persona que guía al despistado, la que nos acompaña al establo de Aurora Saavedra, “La Cubana”, dueña de María y de sus cuatro, ahora tres, corderos. Por el camino, además de conversar sobre el tiempo, relata que “non é a primeira vez que veñen moitas, porque xa a nai da María - la oveja que acaba de ser mamá -, pariu ás trillizas, e sobreviviron todas”. 

 Al llegar, en un banco junto al establo, dentro de una caja de plástico y arropado con una pequeña manta, nos recibe el tercer cordero recién nacido. “Está al sol, cogiendo calorcito”, explica “La Cubana”. Cuenta que tuvo “que alimentarle con biberón, como hice con su madre, y eso implica rechazo; si a este le resultaba difícil mamar, el que se murió, ni llegaba a alcanzar la teta”. 

Los tres forman parte de un rebaño de 22 ovejas, que cuidan entre los dos hermanos gemelos, Enrique y Lázaro, hijos de Aurora. Lázaro, nos abre las puertas del establo, y también la de María, que sale obediente al escuchar su nombre. “Cuando llegamos había un reguero de corderitos, de hecho pensamos que había más de cuatro, y nos pusimos a contarlos, ¡uno!, ¡dos!, ¡tres!, son ¡cuatro!”.

El amor por los animales de Aurora hace que a veces su dedicación la lleve un poco cuesta arriba. Relata que cuando “se muere un cordero, yo lloro. Me van a matar uno y yo lloro. Paren las gatas y yo lloro… Quiero tenerlos todos y que nadie se los lleve”. Así, pone todo su empeño en que el tercer cordero de esta camada, el más flaquito de los tres, sobreviva.

 “La Cubana”, que se enamoró de un gallego natural de Correxais, Vilamartín de Valdeorras, y que dejaba su país de origen hace 31 años por amor, hoy saca adelante a sus animales “con mucha dedicación”, la que le permiten las dos veces por día que va y vuelve de Fervenza, para atender al ganado, porque a pesar de tener casa en la aldea, viven en O Barco; “aquí no nos quedamos, hace mucho frío”.

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