DE QUE SE FALA?

El plogging, una práctica que arrasa con la basura

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photo_camera Ecovigilantes de Franciscanas
Gonzalo Sánchez, de Ecovigilantes de Franciscanas de Ourense, explica las bondades del "plogging", una práctica ambiental que está arrasando (literalmente) con la basura de nuestro entorno.

Comienza un nuevo curso y hay mucho trabajo; no solo en lo académico sino también en lo medioambiental. El verano, reparador, ha servido para recargar pilas y también para entrenar hábitos que poner en práctica desde este mes de septiembre. Han pasado ya varios meses, pero con tada seguridad hay escondidos entre matorrales, árboles, orillas de ríos miles de residuos que si no los vamos a buscar permanecerán allí hasta saber cuándo.

Quizás has escuchado y leído miles de noticias sobre Greta Thunberg, esa joven ambientalista sueca centrada en la lucha contra el cambio climático. Reconozcamos a los países escandinavos como pioneros y guardianes de nuestro planeta. Ahora os presento a otro nórdico, Erik Ahlström, también sueco, que desde la capital, Estocolmo, crea el término “plogga” en 2016. Así que como veis, la iniciativa está en pañales y necesita crecer. Se calcula que en un centenar de países a diario unas 20.000 personas lo ponen en práctica.

Básicamente, el “plogging” consiste en ir trotando (carrera muy suave) y recogiendo la basura que nos vamos encontrando en nuestro recorrido. Es una iniciativa sostenible que combina el ejercicio físico con el cuidado de nuestra casa común. Ecovigilantes de Franciscanas de Ourense llevamos muchos más años practicándolo, cuando aún no se conocía con este nombre, y adaptándolo a nuestra manera de realizarlo: vamos caminando.

Fórmula mágica del plogging Ecovigilante

Para realizar esta actividad se necesita: 

1) Un grupo de jóvenes comprometidos y comprometidas con el medioambiente: ahí están Ecovigilantes, realizando la actividad una vez por semana, en diferentes zonas de la ciudad y su entorno, Montealegre, Oira, Paseo del Miño…

2) Material de protección y de recogida: mascarillas, guantes y bolsas de basura de vivos colores: amarillas, azules, negras (este color no tan vivo), para depositar la basura en su sitio adecuado. Brazos de agarre para recoger los residuos con mayor comodidad.

3) Recogemos todo lo que nos apetezca: la calle no es una bonita frutería donde todo nos llama; encontraremos residuos que no queramos recoger; pero siempre es apetecible echar en el saco esas mascarillas que no se sabe muy bien porqué están ahí tiradas, esperándonos; esos guantes que proliferan; miles y miles de colillas que entretendrán y ralentizarán nuestro camino, porque una vez que ves la primera, prepárate a ver miles y miles… Y luego están los clásicos, los de siempre: que si una lata de refresco por aquí, que si una botellita de cerveza por allá… Y no pueden faltar las cajetillas de tabaco.

4) Un capitán, el patrón, un jefe de filas que lidere esta equipo. Ecovigilantes de Franciscanas de Ourense cuenta con Gonzalo Sánchez, con José Antonio Blanco y con Cristina Bravo, pero somos muchos y muchas más, empezando por una dirección y jefatura de estudios que apoya estas iniciativas. Somos profesores y profesoras que predicamos con el ejemplo.

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Resultados

Es muy recomendable cuantificar los resultados obtenidos y ponerlos en común; llevar una pequeña báscula de mano para relizar el pesaje de los residuos retirados, y registrar en unas plantillas el tipo de residuos (sería algo así como una ecoauditoría de marcas).

El plogging se hace muy ameno porque el alumnado hace grupo; se plantean premios a quienes recojan más residuos, se propone ejercicio físico en tiempos tan sedentarios, y se ven los resultados inmediatamente, cuando giras la cabeza y ves la calle limpia.

Se comparte el trabajo realizado en las redes sociales, en la prensa, y el alumnado se enorgullece de su buen hacer; incluso no son pocos los ciudadanos y ciudadans que les felicitan pos su incansable labor.

La máxima ecologista “Piensa globalmente, actúa localmente” viene como anillo al dedo para esta disciplina, ya que los pequeños gestos son los que realmente nos fortalecen y nos hacen ser responsables y mejores personas. El plogging fomenta el sentido de comunidad, se realiza en grupo preferentemente; crea hábitos de vida saludable, de consumo responsable, de ciudadanía activa, de colaboración desinteresada; nos enriquece y nos aleja del sedentarismo; es cooperación y trabajo en equipo, y de fijarse mucho, porque a veces los residuos son pequeños (una colilla, la arandela de una lata de refresco) es convivencia y amistad… 

Cuidar del Planeta es hoy, más que nunca, una obligación. ¿Te animas?

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