DERROTA EN EL PAZO
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PRIMERA FEB
Un COB que no fue el COB se vuelve de vacío de Castellón. Y lo hace con un 95-86 y la sensación de que se podría haber ganado al poco que su versión se pareciera a la habitual este curso. Pero fallaron cosas. E importantes. Una defensa muy endeble en todo momento, un sufrimiento en la zona ante el poder físico de los levantinos y un atasco ofensivo al empezar y mediar el último cuarto (cinco puntos en más de 7 minutos) dejaron sin opciones a los de Moncho López en un partido que, por momentos, fue difícil de tragar como un polvorón en Navidad.
Apostó el técnico cobista por meter de inicio a Krikke y Gill. Maquinaria pesada dentro, donde falta un elemento como el comer. Y el duelo se precipitó por un camino de toma y daca en un baloncesto más justito que otra cosa. Sin grandes alardes. Momentos buenos para uno, que se alternaban con la recuperación del otro. Quiso irse el Castellón (14-8, m.5), pero lo arregló desde el triple el COB (14-17, m.6). Fue la tónica habitual. Parcial contra parcial para dejar un combate nulo y un 24-20 al primer parón.
Moody y Rosa aparecieron desde fuera, compensando a un Krikke ausente y los descansos de Romaro Gill, que abrían la puerta al dominio reboteador local. La sensación de que falta un “5” fue una constante desde el salto inicial. No es nuevo, pero se notó más. Llegó una ola favorable a los ourensanos que no aprovecharon. Fallitos o fallos para evitar la escapada. Al descanso, 46-47. Mucho recibido.
Ajustó Moncho López en la reanudación con cambios en el cinco inicial. Moody, incluso con sus acciones fuera de guion, aparecía como luz en algunos ataques oscuros. Atrás, el permanente sufrimiento en la zona, reducido considerablemente con Gill en pista. Solo con estar.
Apareció Martín Fernández en su momento ya habitual, pero tampoco él prendió la mecha. El COB seguía jugando incómodo, sin orden ni concierto. Y en defensa, sin la intensidad reequerida ante un rival de más pelea que pura calidad. Se puso 59-64 el equipo ourensano. Parecía que podría abrir brecha, pero el de la brecha buena (en la nariz) era Stutz. Un triple suyo lo enfrió todo. Tanto que el Castellón se lo creyó y se marchó al final del tercer cuarto 72-68.
Era el momento de la verdad. Y el COB no dio la talla. Atrás siguió lejos del equipo aguerrido e inteligente que demostró ser. Y, para colmo de males, apagón ofensivo. Cada ataque era un dolor de muelas sin anestesia. Los árbitros pusieron la zancadilla. La cara de Guillem Marcos en televisión con una falta a su favor habla por sí misma. Pero el equipo vivió de anotar 5 puntos en más de 7 minutos. Eso no lo aguanta nadie salvo una defensa mejor que la de Stalingrado. Y no fue el caso. Los locales se fueron sin mirar atrás. Primero de 6, luego de 9, más tarde de 12… Cuando Moody volvió a pista armado de sus triples ya no había nada que hacer. Gill no volvió más. Un castañazo en Castellón antes del magosto y de que el colista pise el Pazo. Primero, lamerse las heridas para volver a ser el COB que sabe y puede ser.
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