El COB se pelea con el baloncesto (61-66)

Peter-McNeilly lanza a canasta en el encuentro ante el Menorca.
photo_camera Peter-McNeilly lanza a canasta en el encuentro ante el Menorca.

Derrota del COB ante el Menorca tras 30 minutos muy deficientes y llenos de errores y un intento de remontada final que se quedó corto

61-66

Como un alumno poco aplicado que se pone a estudiar el día antes del examen para ver si suena la flauta. Y eso, o tienes un talento innato (y no es el caso) o suele acabar en drama. El COB no estuvo, casi no se le esperó y, cuando se dignó a aparecer, ya era demasiado tarde. La racha de triunfos se queda en dos tras la derrota de los ourensanos ante el Menorca por 61-66 en un Pazo que registró una gran entrada. Pero los intentos del cobismo de resucitar a un muerto se quedaron cortos. El arreón final fue un “uy” porque de los errores, como de las migrañas, es muy difícil desprenderse.

Arrancó el duelo en la trinchera. Minutos de digestión complicada que anticiparon por donde iban a ir los tiros. En los visitantes Digbeu ejerció de invitado sorpresa. Metió los nueve primeros puntos de los suyos y no se tiró las zapatillas porque iban con doble nudo. El COB, sin ser guapo se puso resultón, y a base de un poco de uno y otro poco de otro se fue al primer parón mandando 16-13.

Ahí se fundieron los plomos. Los baleares jugaron a no jugar, y esa es su especialidad. Los ourensanos veían lo que estaba pasando, pero eran incapaces de imponer su ritmo. Si a eso le sumas un carrusel de fallos en tiros que hay que meter, el marcador se volteó. Y mucho. El COB tuvo un triple franco para ponerse a ocho, pero encajó un 0-9 de parcial (18-22, m.13). Zozobra. El juego era malo con avaricia por parte de ambos. Pero en el barro se mueve mejor el Menorca. Félix Alonso lo intentó jugando sin base puro. Agua. Con un 1 de 10 en triples al descanso, el 24-32 aparecía como consecuencia lógica.

Y si alguien esperaba una reacción tras el paso por los vestuarios, bien pronto se dio de bruces con la realidad. Golpeó primero el Menorca. Y después. Y más tarde. Las caras, ese espejo del alma, reflejaban desesperación con el 27-44 (m.26). Turner quiso agarrar el timón antes de irse a pique, mantener las constantes vitales con un 35-49 al acabar el tercer parcial.

Se necesitaba la hombrada. Y el Pazo lo vio. Solo encadenando dos acciones positivas, los ánimos se encendieron. “Espera que aún lo ganamos”, pareció pensar el aficionado. Poco a poco, picando piedra y a lomos de Turner, el COB se acercó. Mucho. Del todo. Y, con 52-55, el estadounidense tuvo un triple para empatar o una “bombita” para dejar la mínima desventaja. No entraron. Y ahí la fe se esfumó. Lo siguieron peleando, pero el acierto no quiso saber nada. Las malas decisiones de Llorente cuando ya no había margen de error, terminaron por finiquitar el partido con un 61-66 que duele. Muchos fallos, mucho tiempo perdido. Y sobrevolando la sensación de que era un partido ganable, pero que no se iba a ganar por H o por B. Un alumno que vagueó demasiado. Y aquí los exámenes no se revisan.

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