LEB Oro

Derrota del COB en una noche para confiar más que para celebrar

El cobista Kurt Kuath machaca el aro del Estudiantes en el duelo celebrado en el Pazo.
photo_camera El cobista Kurt Kuath machaca el aro del Estudiantes en el duelo celebrado en el Pazo.
Como si fuera un “déjà vu” del duelo ante el Andorra, el COB peleó, rindió pero no ganó ante un Estudiantes de nivel

Si cerrabas los ojos y no mirabas la fecha en el móvil, te daba la sensación de que era sábado. El ambiente en las gradas del Pazo cumplió con creces para un partido con mayúsculas. Entre semana, sí, pero de categoría. Falló el final. Hubo algo de “déjà vu” recordando al día de Andorra. Es que los “morlacos” que había delante se las traían. Muchos y muy buenos. Pero uno se queda con la extraña sensación de que el COB, exceptuando un tramo de liga de no muy buen recuerdo, podía y debía llevar alguna victoria más si ponemos los méritos encima de la mesa.

Reproches pocos a los de Félix Alonso en la noche invernal que estrenó febrero. Sin ser de los “nobles” de esta competición y con tres bajas en el parte de guerra, la misión se las traía incluso con las ausencias madrileñas. Willett se cayó a última hora. Un jugador con un perfil especialmente indicado para tratar de frenar a los estudiantiles. Cosas que pasan. Por lo demás, la actitud no se negoció. Y eso siempre es un plus, por muy obligatorio y lógico que parezca para cualquier equipo profesional que se precie.

Tocó “hacer la goma”, que diría Perico Delgado en esas sobremesas de ciclismo y siesta. Pero no se le perdió la cara al partido. Incluso cuando, con 18 abajo, se podía pensar en tormenta. Faltó un poco más de unos y un poco menos de los otros. Hoy los árbitros (también) enfadaron al respetable, pero esperaron a los últimos instantes. Que los aficionados cobistas están hasta el gorro de los arbitrajes es una verdad tangible, irrefutable e innegociable. Por algo será. 

Nombres propios

En ese combate que el COB estaba realizando con tanto mérito, lo malo era que el Estudiantes siempre estaba con la respuesta en la bandeja de salida. Si recibían un golpe, lo devolvían. Por calidad, porque son muy buenos y su dinero han valido. Que los billetes no son garantía de nada, pero ayudan mucho. No compran la felicidad pero la suelen acercar.

Hughes esperó a hoy para hacer uno de los partidos, no diremos que de su vida, pero desde luego de su temporada. Multiplicó por cuatro sus promedios. Y con una seguridad que solo da tener hielo en las venas.

En el primer tramo, el COB vivió de trabajo, ganas y momentos de acierto de Kuath, que no falló a su cita con los “highlights”. No se puede decir lo mismo de Chaz Williams. Quiere agradar, se le nota. Intentar darle la vuelta a la tortilla. Pero le cuesta. Volvió a quedarse inédito en la segunda mitad. Cera está haciendo una particular “mili” que pocos se esperaban cuando el verano daba sus últimos coletazos. Habrá que pensar.

Manjgafic cogió la máquina de hacer churros en la segunda mitad. Un excelso estudiante de la tabla de multiplicar. Se le caen los puntos de las manos al bosnio, que terminó enfadado por el “casi que sí”. Hizo todo lo humanamente posible para acercar a los suyos a una “campanada” que, sin estar sobre la mesa, tampoco dejó de estarlo hasta el final.

Queda la duda si este rendimiento colectivo, ante rivales que coman menos caviar, se podrá repetir. Si la respuesta es afirmativa y la moral no baja, hay motivos para ser optimistas. Tendrá que motivar Félix Alonso a los suyos para poner sangre, sudor y lágrimas contras los tres últimos, al igual que han hecho contra los tres primeros. Pero el COB de los últimos cinco días hay que fiarse.

Todo en una jornada donde la guerra en la parte baja se ha recrudecido con alguna victoria que no entraba en el guion previsto por la estadística. Esto va a ser una carrera de fondo. Se necesitan recuperar piezas porque no sobra nadie. En el horizonte un cierre de mercado que siempre trae novedades. Propias o ajenas. Ante el Estudiantes las sensaciones fueron buenas pero el resultado no. Eso nos suena. En Castellón tendrá que llegar el combo perfecto para no irse al primer parón (en nada hay otro más) con miedo en el cuerpo. 

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