El público soportó un partido nada atractivo contra un rival muy por debajo de su teórico nivel
Siempre hay un partido durante la temporada, a veces dos o tres, donde las circunstancias y el rival convierten un partido en un acto de verdadera fé. Con más razón si es en Semana Santa.
Domingo de Semana Santa, un día espectacular, con media provincia en la playa, monte o río y otra media en la carretera o montando en el coche, de vuelta a casa. Sólo a unos 1.200 locos se les ocurrió asistir en procesión al Pazo Paco Paz para ver al COB.
En el pecado tuvieron su penitencia. Un soporífero partido, con brevísimos momentos para los violines, contra un rival -el Prat- que en teoría se jugaba la permanencia a vida o muerte pero en la práctica -o al menos ésa fue la impresión- aparecieron en el Pazo cual excursión de paso del Ecuador.
Se esperaba con atención la presencia de las joyas de la cantera del Joventut. En especial de Alberto Abalde, hijo del conocido jugador del Clesa Ferrol de los 80. Lo cierto es que no demostró las excelentes condiciones que hemos visto en la ACB. Muy al contrario, pecó de precipitación e individualismo. También estaban dos exCOB como Alex Ros y Víctor Serrano, mejor el primero que el segundo.
En general y salvo excepciones puntuales, el joven Prat aparentó desgana por la pista. Lo malo es que el COB, una vez más, se fusionó con el rival y tuvo minutos de mal juego y peor acierto. Apretó en el tercer cuarto, marcó una diferencia de 22 puntos y se dejó llevar en el cuarto, cediendo hasta los ocho. Una irregularidad, principal defecto a corregir de cara al inminente play off que se avecina. Y esto no debería ser un castigo.
