Íñigo Pulgar, investigador botánico: “Hay que conservar los pocos bosques de montaña”

Entrevista con Íñigo Pulgar Sañudo, profesor e investigador botánico

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El investigador y docente Íñigo Pulgar es el autor de la nueva guía del Xurés. Un estudio de 675 páginas sobre la flora del Parque Natural Baixa Limia-Serra do Xurés que recoge las más de 800 especies vasculares del espacio natural, más de un tercio de la flora gallega; y que incorpora tanto las especies amenazadas, para su diagnóstico y evolución; como las invasoras.

¿Cómo surgió la idea de hacer un catálogo de la flora del Xurés?

Yo me hice botánico en el Xurés. Mi primer contacto con la Baixa Limia se remonta a los años 90. Hice la tesis doctoral sobre la vegetación del parque, que estaba recién declarado. Fueron mis comienzos en el mundo de la botánica, y después seguí vinculado al territorio con el estudio de las plantas amenazadas, los endemismos, y también los hábitats. Un maestro mío decía que donde uno hace la tesis, donde inviertes mucho tiempo y dedicación, son sus montañas, y a mí me sucedió exactamente eso.

¿Qué le llevó a liderar este estudio?

Nunca fue mi objetivo hacer una flora del parque, entre otras cosas por la dificultad que tiene. La flora, como ser vivo, se va moviendo a través de sus diásporas y unas especies entran y otras salen. Pero llegó un momento en que vi que, efectivamente, con un poco (o bastante) más trabajo, podía tener una flora completa del Xurés. Fue a partir del 2000 y resultó complicado porque reunir la flora importante es sencillo, porque está localizada en puntos concretos. El problema es llegar hasta la última hierbecita que aparece en el último prado, camino o huerto.

¿Cómo definiría la flora local?

Por eso de que entran y salen, no quiero hablar de una cifra concreta. Pero el Xurés tendrá unas 800 especies. No son muchas realmente, pero tampoco son pocas. Es un número redondo, importante. En cuanto a las especies invasoras, digamos que las hay, pero no tienen mucha presencia como puede darse en los espacios naturales costeros o en el Gerês portugués, que tiene un potencial invasor tremendo.

¿Cuál es la más problemática?

Como decía, las invasoras en el Xurés no son excesivas, pero es necesario actuar. La más problemática es la Acacia dealbata, la mimosa. No está solo aquí, está en todo el valle del Miño y también en Portugal; y el problema es que no dejan espacio para crecer otras especies. Yo entiendo que la mimosa es llamativa en invierno, cuando no hay otra floración. Bonita, pero muy peligrosa, porque le quita el territorio a las especies autóctonas. Es muy difícil que un bosque se llene de especies invasoras porque tiene todo el espacio ocupado. El problema es cuando dejas grandes superficies sin cubrir, por los incendios, carreteras o por lo que sea. Esa sería la principal vía de entrada.

¿Cómo se erradican?

Yo siempre digo que más vale atacar cuando están en fase de entrada, porque una vez establecidas son muy difíciles de erradicar. Se debería hacer un esfuerzo a todos los niveles. A nivel educativo y también de administración. Soy partidario de presupuestos más modestos, pero más continuados en el tiempo para tratar de arrinconarlas.

¿Y las especies autóctonas?

Hubo un tiempo que decía que a los endemismos de la Baixa Limia no les afectaban mucho los incendios porque son especies acostumbradas a vivir en rocas y con suelos poco profundos. Si toda la comarca fueran bosques, esas plantas no existirían porque habría una cubierta vegetal. Pero zonas quemadas una y otra vez, y con incendios monstruosos además… El problema está en la erosión del suelo. No es que le vaya mal a algunos endemismos, pero le va mal al conjunto de la flora. Me da muchísima pena ver el Xurés como está en algunos puntos.

¿Hay alguna especie en peligro en este entorno?

Ahora mismo hay que conservar los bosques, los pocos bosques de montaña que quedan y que sirvieron de base para describir algunos de los bosques del noroeste ibérico, y que están bajo mínimos. En la cara norte que nos ocupa, mucha flora de procedencia Eurosiberiana se está viniendo abajo por falta de suelo y por las quemas reiteradas. Hay un protagonista que pierde territorio, son los ‘carballos’, los abedules… que llevan una flora asociada del norte, digámoslo así y, si no la protegemos, se va a perder un porcentaje importante de las especies.

¿Senderistas y turistas representan algún riesgo para la flora?

Yo soy de la opinión que si no hay rendimiento en el monte, el monte se quema. Para favorecer la biodiversidad no tenemos que tener un bosque continuo, debemos de apostar por mosaicos de ambiente, que dan mayor biodiversidad. El turismo es necesario porque es una de las actividades económicas relevantes para la zona y el turismo de montaña suele ser, generalmente, respetuoso con el medio ambiente. Yo creo que son compatibles.

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