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El centro sociocomunitario de Celanova acaba de renovar la dirección tras la jubilación de la anterior responsable en el cargo. Un cambio que viene de la mano de Manu Varela, que llega dispuesto para convertir el centro sociocomunitario en un lugar de encuentro. La exitosa fiesta intergeneracional navideña, celebrada el pasado 22 de diciembre, fue su carta de presentación.
¿Cuándo llegó a Celanova?
Pues llegué el 30 de noviembre tras la jubilación de la anterior directora, Mercedes, una persona con una trayectoria muy extensa (llevaba 32 años), lo hacía muy bien, y me tocó a mí. Tuve la suerte de que me llamaran. Es un reto nuevo, porque nunca había estado de director.
¿Cuál es su función?
Dirigir y dinamizar el centro en todos los sentidos. Contamos con dos trabajadores más y unos espacios muy buenos para hacer actividades, que muchas veces las cedemos para otras asociaciones o entidades. Queremos activarlo más y que esto funcione lo mejor posible. Ha habido una transformación importante y es que la Xunta quiere que los centros sociocomunitarios, que antiguamente estaban enfocados a personas mayores, se abran más a la sociedad. Que sea un sitio de encuentro, un lugar social donde pueda haber intercambios intergeneracionales y que puedan acudir a hacer distintas actividades personas de todas las edades, con especial hincapié en la población mayor, porque son los que más lo necesitan.
¿Qué le parecieron las instalaciones?
Las instalaciones son un lujo. Aparte de que somos de los centros de Galicia con mejores espacios, es que estamos en un marco arquitectónico incomparable. La sala central donde se hacen la mayoría de las actividades era la antigua cocina del convento, hay una calefacción muy buena y unas oficinas, con sala de ordenadores incluida. Es cierto que es muy pequeña y no se usa como tal, una de las ideas es bajarla a la planta principal, en un sitio más accesible (el edificio carece de ascensor). También hay unas dependencias anexas que no se usan, la idea es estudiar su titularidad y si se puede, ampliar el centro. Nos vendrían muy bien.
¿Cómo es el día a día?
Anualmente, hay clases de yoga, taichi, pilates y gimnasia de mantenimiento. Hay un convenio para un taller de memoria con el Concello y Afaor, y también tenemos un podólogo y, un día a la semana, ensayan las pandereteiras Celavella. También había un coro que intentaremos recuperar. Luego está la cafetería, una concesión que la cogió gente joven y eso también dinamiza. Tiene unos precios muy económicos para que pueda venir todo el mundo, precios aprobados por la consellería.
¿Cuántos usuarios hay?
Normalmente en las actividades participa una media de 30 personas. Lo que sí puedo decir es que hay motivación y buena intención. Se está dinamizando mucho y la gente es cada vez más participativa. La idea es trabajar siempre a nivel comunitario: asociación de amas de casa, de comerciantes, centro ocupacional…
¿Cuáles son sus objetivos?
Mi objetivo es dinamizar mucho, sobre todo el tema cultural, importantísimo, y hacer hincapié en el aspecto intergeneracional. En los pueblos y en las villas, cada vez hay una población más extrema. Se trata de intentar que la gente tenga un punto de referencia, de reunión, de relax, de entretenimiento y que cubra carencias que pueda haber en temas culturales, formativos. Un poco de todo y para todos.
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