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Gracias al empeño de unos cuantos profesores, ya jubilados, el Instituto Blanco Amor del Puente puede presumir de tener en su recinto un jardín bonito, variado y rico en flora. Entre otras especies, el serbal del cazador, mirto, buxo, frutales varios, acebo, olmos, vidueiros, abelairas, tilos y así hasta 64. Esa variedad hizo posible hace unos años una exposición, organizada por los profes de Ciencias Naturales, uniendo los árboles del jardín y versos de los mejores poetas españoles dedicados a ellos.
La cuestión es que algunos de esos árboles están amenazados de muerte porque el centro escolar necesita ampliar el comedor. En estos casos, el árbol suele ser el débil y el sacrificado.
Ya se sabe cómo son estas cosas. Se empieza por un arbolito que estorba y se acaba por asfaltar el jardín. La alternativa, propuesta por algunos profesores, sería aumentar un piso al comedor y salvar la variedad del jardín.
La decisión no es banal. No sólo se salvaría un árbol sino que los alumnos, a los que tanto machacamos con discursos ecológicos, captarían que además de hablar de ecología y amor al árbol, es que la estamos practicando y ellos pueden seguir presumiendo del bonito jardín que tienen el privilegio de disfrutar y aprender de él. Por cierto, Blanco Amor publicó en La Región enérgicos artículos defendiendo a los árboles.
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