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El Centro Interxeracional de A Fariña, cuyo espacio de día de mayores está cerrado por las nuevas restricciones, recibió ayer a los primeros pequeños de la escuela infantil, seis meses después de que se decretase el estado de alarma. "Como padre es normal estar un poco nervioso, pero el niño está contento y es ajeno a todo. Si no estuviese tranquilo, no lo traería", comenta Carlos Ventura, uno de los padres que ayer llevó a su niño a este centro con estrictas medidas de seguridad: apenas coincidían dos o tres padres con sus hijos, un periodo de adaptación escalonado y adaptado al covid.
María Belén Pérez de la Campa, directora de la escuela infantil del Centro Interxeracional de A Farixa, recibe por turnos a los padres. Solo puede acceder un familiar con el niño: "O protocolo é moi estricto, chegan de maneira moi escalonada. Os nenos están vindo encantados, tiñan moitas ganas de volver á escola e nótaselles". Con todo, el regreso es con mascarilla para las profesoras: "Vennos coa máscara, despois de meses sen vir, e non asocian ben quen es. Quedan un pouco tímidos, pero despois xa cambian e comezan a xogar", explica la directora. La parte intergeneracional del proyecto queda incompleta por el momento, por las lógicas restricciones de la pandemia que impiden que los mayores, colectivo de riesgo, acceden al centro de día: "Danos moitísima pena, pero faremos proxectos como se poida. Algo a través do cristal, o contacto visual non se vai perder. Xa o temos pensado".
Antonio Gómez, que también acude con su pequeño de dos años, destaca "lo bien organizadas que están las medidas para entrar. No había muchos padres y con él hoy solo estuvo un niño", subraya.
Un total de 846 niños de entre 0 y 3 años volvieron ayer al "cole" en alguna de las 27 escuelas infantiles de la Xunta, las llamadas "A Galiña Azul"–, dependientes de la Consellería de Política Social. El miedo de las familias a matricular a sus hijos en estos centros en la era poscovid afecta al descenso de niños, con medio centenar menos de matriculados que el pasado curso y sin lista de espera en ninguno de ellos. Hay escuelas que sobreviven al límite: Muíños solo tiene cuatro matriculados, sin llegar a la ratio de cinco que exige la Xunta para no cerrarlos. Una difícil situación por la que ya pasó este centro hace años, aunque logró aumentar matrícula y volvió a abrir. Con todo, la llegada de pequeños pueden seguir a lo largo del año. Lo mismo ocurre en los centros de Cartelle o Xunqueira de Ambía, que no superan los 10 alumnos.
Pendiente de apertura
Paderne de Allariz, que este curso estrena un centro, tiene 41 vacantes porque el centro aún no está disponible para su apertura y se abrirá un periodo extraordinario de matrícula más adelante.
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