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ENTREVISTA
Fernando Méndez es un periodista y escritor ourensano que desarrolla desde hace más de tres décadas su labor en comunicación institucional, tecnológica y judicial, así como en prensa, radio y televisión. Además, es autor de ocho libros. El último de ellos se titula “La vida mientras luchamos”. Una novela que aborda el “caso metílico” desde un punto de vista “más emocional”. Un reto que le ha proporcionado numerosos agradecimientos por la labor de “justicia social a las víctimas de esta tragedia”.
¿De qué trata “La vida mientras luchamos”?
La novela cuenta el “caso metílico”. Este fue un caso de bebidas adulteradas elaboradas con alcohol metílico y tuvo su origen aquí en Ourense. Digamos que la protagonista busca la verdad en esta trama y se enfrenta al mundo con el arma más poderosa que existe: la dignidad y el amor. También hay alta política, espionaje y venenos con el trasfondo de dos hechos que ocurrieron en la década de los años 60 como el asesinato de Kennedy y la tragedia del metílico. Son dos casos que en España causaron mucha conmoción y que a día de hoy siguen sin tener respuesta.
¿Cómo se inició el caso del metílico en Ourense?
De este caso viene la frase “voy a pillar un ciego”, ya que el primer efecto de esta sustancia es dejar ciegas a las personas que la ingieren y a las pocas horas te mueres
En una bodega de Ourense se elaboraron bebidas con alcohol metílico (metanol). De hecho, de este caso viene la frase “voy a pillar un ciego”, ya que el primer efecto de esta sustancia es dejar ciegas a las personas que la ingieren y a las pocas horas te mueres. Dicho bodeguero, en el año 63 compró 75.000 litros: si pensamos que con una copa de licor café era más que suficiente para matar a una persona, con toda esa inversión imaginemos cuántas copas mortales se podían servir. Esta historia llevó una investigación de cuatro años y fue la primera vez que Ourense se ponía en el mapa, ya que vinieron muchos medios nacionales a cubrir el juicio.
Otros libros suyos también abordan este caso, ¿qué tiene este de diferente?
Me faltaba tratar la parte más emocional y política. En esta ocasión la historia está narrada en primera persona y en boca de una mujer. Con esta novela también quiero hacer un homenaje al empoderamiento de la mujer en los años 60. En esa década la mujer tenía un papel secundario en la sociedad (por así decirlo), pero también era una época de ruptura, libertades y música donde la mujer empieza a rebelarse. La protagonista en esta novela hace todo esto. Otra figura muy importante es la farmaceutica que descubrió los envenenamientos del alcohol metílico. Ella es un personaje que existió en la realidad.
¿Cuáles han sido sus mayores desafíos en esta novela?
Por mucho que quieras distanciarte, no puedes. Hay testimonios muy duros.
Mi mayor reto ha sido desvincularme de esa parte emocional y, como periodista, a veces cuesta. He querido abordar desde la ficción un relato real con el mayor respeto posible a los personajes reales. Por ejemplo, al haber entrevistado a la última persona que se quedó ciega a causa del metílico por tomar una copa de licor café una noche, para mí supuso un antes y un después en mi labor profesional. Por mucho que quieras distanciarte, no puedes. Hay testimonios muy duros. También otro reto ha sido ponerme en el papel de una mujer de 20 años.
¿Cómo empezó a realizar esta saga?
Todo comenzó cuando cubría información judicial y, gracias al fiscal Fernando Seoane, tuve acceso a una noticia que me resultó muy impactante. De pronto una fuente te comenta que hacía 30 años moría gente por este caso. El fiscal me contó el contexto de todo esto y, aunque pensemos que es un caso antiguo, está más presente que nunca. Actualmente, mueren tres millones de personas por causa del metílico (según los datos de la Organización Mundial de la salud). A partir de todo esto y, con el sumario del caso, estuve cinco años aproximadamente investigando y, al final escribí los siete libros poco a poco con una perspectiva periodística. En este último visibilizo esa parte emocional que le faltaba a los otros y que muestra lo que vivieron los afectados del caso.
¿Cuánto tiempo le llevó escribir el libro?
Aproximadamente un año. Lo que pasa es que, al escribir sobre personajes reales, tuve que volver a investigar. También me sigue llegando información nueva, por lo que estás obligado a acometer, de alguna manera, un proceso de actualización. Para mí, este libro también tiene un componente de justicia social que se le ha negado durante todos estos años a las víctimas de este caso y a sus familias.
¿Qué es lo que le ha producido una mayor satisfacción?
Lo más satisfactorio es el agradecimiento que la gente te da por publicar esta historia y, sobre todo, mantenerla en el tiempo. Para mí es lo que más me llena, ya que aquí hay una gran deuda pendiente de reconocimiento social. Nunca se ha hecho un homenaje por parte de las administraciones o del Gobierno. Cuando se producen accidentes de avión, por ejemplo, enseguida echamos una corona de flores al mar o en las catástrofes se levanta un monolito. Sin embargo, en lo refernte al caso del metílico, siempre interesó taparlo todo.
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