No fue una treta de su ex: tocó las nalgas a una limpiadora en Boborás

"El único motivo que se me ocurre es haberla visto con mi ex con la que tengo una relación complicada”. Esta es la explicación que dio Antonio R. R. sobre los motivos que tenía una mujer de acusarlo de tocarle las piernas y las nalgas cuando estaba subida a una escalera. Sin embargo, la jueza del Penal 2, Susana Pazos, descarta esa posibilidad y lo condena a pagar una multa de 3.240 euros y le impone la prohibición de acercarse a la víctima a menos de 200 metros durante dos años.

La jueza considera probado que el acusado y la víctima, a quien había contratado para efectuar una limpieza, se dirigieron a una vivienda ubicada en Boborás. Una vez en el interior de la casa, cuando la denunciante estaba subida a una escalera, empezó a tocarle las piernas y las nalgas. La víctima le recriminó este acto y el acusado cesó con su actitud, sin embargo, cuando la denunciante volvió a subir a la escalera, Antonio volvió a repetir los mismos tocamientos. “Me dijo que tenía las nalgas duras como las jovencitas que le gustaban”, relató la víctima en el juicio.

El acusado tendrá que pagar una multa de 3.240 euros y no podrá acercarse a menos de 200 metros de la víctima en dos años

Acerca del estado en el que se encontraba la casa fue la primera diferencia entre la versión de la denunciante y el acusado. La víctima relató que estaba en ruinas, sin muebles ni electricidad. Antonio la describió como una vivienda en construcción que disponía de agua y luz. Sin embargo, el encausado no aportó en ningún momento pruebas del estado de la casa como fotografías de la misma tal y como se había comprometido.

Declaración confusa

Otra de las cuestiones confusas en la declaración del acusado es la razón por la que la denunciante tenía que limpiar el aluminio, ya que el mismo dijo que le hizo ese encargo porque el Concello quería derribar la buhardilla y el objetivo era venderlo. La jueza pone de manifiesto en la sentencia que, teniendo en cuenta ese argumento, la víctima solo tendría que limpiar esa planta, no las tres de la casa. Además, el acusado no aportó los datos de la supuesta propietaria.

Uno de los testimonios claves fue el de la pareja de la víctima en el momento de los hechos. A lo largo de siete meses se ofreció al acusado para que contase con él para realizar el trabajo que fuese recibiendo reiteradas negativas por diversos motivos, sin embargo, Antonio solicitó directamente a la denunciante para un trabajo de limpieza que podría haber realizado el testigo.

Este hecho resulta clave en la sentencia a la hora de valorar la declaración del acusado en el que vinculó la denuncia de la víctima a un encuentro entre la misma y su ex que él afirma que vio un mes antes y del que no aportó ninguna prueba que permita corroborar ese relato.

Para la jueza esta versión no es viable debido al modo en el que se produjo la contratación, es decir, el acusado es el que busca a la denunciante para que haga un trabajo para él. “De tratarse de una ‘trampa’ de su exmujer, entonces lo lógico sería que fuese la denunciante la que tomase la iniciativa de realizar ese trabajo de limpieza”, refleja la sentencia.

Relato corroborado

Además, la jueza ve totalmente corroborado el relato de la denunciante debido a, entre otros motivos, la declaración de su pareja de entonces y del informe del Instituto de Medicina Legal de Galicia (Imelga). El novio de la víctima explicó que el día de los hechos habló con ella, la vio muy nerviosa y llorando y la convenció de que tenía que denunciar, ya que ella no quería. “Permite descartar el más mínimo ánimo espurio en la denuncia presentada”, afirma la sentencia.

Al respecto, el informe realizado por los profesionales del Imelga reflejó que no pudieron detectar ningún otro trauma ni hecho vivido por la denunciante que pudiera justificar la sintomatología postraumática que presentaba ocho meses después de los hechos.