Las gasolineras del rural de Ourense, mucho más que un lugar donde llenar el depósito

En la estación de servicio de Vilavella, en el concello de A Mezquita, los habituales llegan “a mesa puesta” al bar. En un municipio en el que el hecho de estudiar la Secundaria ya obliga a los jóvenes a desplazarse a A Gudiña, e incluso hasta Verín para estudiar el Bachillerato, la gasolinera es uno de los pocos servicios básicos que resisten en una población menguante.

Esta instalación es un “tres en uno”: gasolinera, bar y tienda todo en uno. Así, los vecinos de Vilavella o A Canda, los últimos municipios antes de entrar en la provincia de Zamora, tienen este enclave como su punto de encuentro para tomar un café a media mañana. Además, esta estación de servicio es también el único punto donde se reparte suerte, ya que no hay otro punto en el que se venda lotería. La “familia” que se forma en este lugar resulta entrañable, ya que los vecinos lo ponen como punto de recogida de paquetes si saben que no van a poder recogerlo en sus casas.

En su faceta de tienda, además de productos para los coches, también tienen una parte de alimentación, en la que destaca una de las insignias del concello: el pan. Una panadería local les entrega a diario tanto barras de pan como bollos y empanadas. Así, además de los vecinos, los foráneos pueden llevarse un trozo de A Mezquita en forma de comida. Daniel Barja ha empezado a trabajar hace poco en la gasolinera, aunque reconoce que “xa era un cliente habitual”. Nacido y criado en A Mezquita, explica que “os habituais xa nin piden, xa sabemos o que queren cada día”.

Pero la de Vilavella no es la única gasolinera rural de estas características. En Casal do Bispo, concello de Verea, la gasolinera está regentada por una familia residente en el municipio, lo que incrementa el sentimiento de comunidad. Allí el bar tiene “partidas” a diario y una clientela fija, “sobre todo da xente das aldeas de aquí preto”, dicen.