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Obituario
Amigo/a, el salesiano José Ivo Diez tenía en Ourense muchos amigos, porque en el colegio de la ciudad trabajó los mejores años de su larga y fructífera vida. Desde que se marchó a la casa que los salesianos tienen para mayores en León, muchas personas, en distintas circunstancias, me preguntaron por él. Pensando en ellas y en tantas otras que le apreciaban, escribo este obituario.
Ivo nació en 1925 en Reocín de los Molinos (Cantabria), en el seno de una familia muy religiosa, muy conocida en la comarca y muy querida en el pueblo. Su padre era el ayudante del cura en la parroquia. Durante la Guerra Civil Española un grupo de milicianos republicanos penetró en el pueblo y secuestró a varios hombres, entre ellos al padre de Ivo, al que vilmente asesinaron.
De niño salió de Reocín para estudiar en los colegios salesianos de Astudillo (Palencia) y de Mohernando (Guadalajara), donde se preparaba para ser salesiano. Tanto en el primer centro como en el segundo, disfrutaba más cultivando la huerta que cultivándose con los libros.
Ya de salesiano, vivió en Ourense (1962-1969), Medina del Campo (1969-1979), y de nuevo en Ourense (1979-2014). En los tres lugares realizó trabajos manuales y de despensa. Ayudaba en el oratorio festivo y divertía en los sainetes a los muchachos, que reían sus improvisadas gracias en el escenario. Todavía en sus años maduros le gustaba recitar, con su gracejo habitual, las excepciones de la conjugación latina.
Para proteger su salud, fue enviado desde Ourense a la casa de León. Allí le costó hacerse a la vida sedentaria y sobria de la casa de enfermos. No estaba hecho para una vida así. Los últimos años se dedicó, sobre todo, a hacer rosarios, distribuyéndolos a todos los que conocía o tomaban contacto con él. Falleció el 20 de marzo de 2020.
Ivo fue un hombre “bueno, sencillo, piadoso, trabajador, astuto, pillo, bromista, socarrón..., siempre como un niño algo caprichoso, pero simpático. En sus momentos de euforia verbal, entretenía y hacía reír a quienes le rodeaban”. Amiga/o, Ivo se sentía identificado con las personas y las tierras de Ourense. Desde el cielo, con palabras de la poetisa, nos dice:
“¡Bienvenida, Primavera!
Hueles a incienso y a ramos,
con tu traje de colores
y los cantos de tus pájaros.
Ven a pintar de azul-cielo
esas tierras que dejamos”
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