Pepe Valle: "La violencia ha invadido hasta los sueños de los niños, y quieren ser narcos"

Entrevista

El director de cine estrenó ayer en España su cuarta cinta, “Uzi”

Pepe Valle, ayer en el Marcos Valcárcel.
Pepe Valle, ayer en el Marcos Valcárcel.

El OUFF acogió ayer el estreno en España de “Uzi”, largometraje del director Pepe Valle, nacido en San Salvador y nacionalizado mexicano, que compite en la Sección Oficial del festival. El filme podrá verse en los cines Ponte Vella mañana a las 22,00 y el jueves a las 19,30 horas.

¿Hay más cintas violentas que películas que reflexionen sobre la violencia?

Hiciste la pregunta indicada y la más importante de todas, porque hay una sobreproducción de cintas que contribuyen a la cultura de la violencia. Por eso quise hacer un alto en el camino y reflexionar sobre los ecos de este mal, que resuenan incluso en la infancia y la tercera edad. Desde niños, nos familiarizamos con todo tipo de violencia, que se va incubando hasta que explota, con Estados Unidos como potencia hegemónica, culturalmente hablando. EE.UU. es una imagen en una pantalla, un país que se ha inventado, a través del cine, su pasado, uno de vaqueros y puertas batientes que nunca existió.

Y el cine, ¿tiene parte de culpa en esa mitificación de la violencia?

Totalmente, por ejemplo en el caso de Tarantino, que ha contribuido enormemente a convertir la violencia (cortar una oreja, por ejemplo) en algo cool. Otro ejemplo es el de las series sobre narcotráfico. No comulgo para nada con la cultura de la cancelación, de que algo no debería existir, pero hay que construir contrapesos para el equilibrio. El detonante de “Uzi” fue una broma mientras hablábamos de la profecía maya. Comenzamos a charlar sobre lo que nos gustaría hacer si se terminara el mundo, y un niño contestó: matar gente. La violencia ha invadido hasta los sueños de los chavales, y muchos, en vez de futbolistas, ya quieren ser narcotraficantes.

¿Y la pandemia nos ha hecho más violentos?

Sí, sin duda. Cuando de pronto salí de casa tras el confinamiento, me topé con actos de violencia espontáneos en la calle. Y también podemos constatar que la convivencia entre las parejas se ha hecho insufrible.

¿Hoy es más fácil o más difícil hacer cine independiente?

Ahora, con las técnicas modernas, resulta más sencillo. El cine en celuloide era una complicación total. Además, la pandemia ha obligado a comprimir los equipos de trabajo. Las películas se harán con menos gente y en menos tiempo, y ese es un modelo que yo celebro mucho. Mi segunda película, “Las búsquedas”, la hice en siete días, con cinco amigos y 1.500 dólares.

Con el tiempo, ¿cambió su visión del cine?

Es triste, pero cuando te dedicas a él le pierdes el gusto. Yo era un gran cinéfilo que iba con unos sándwiches a un cineclub y se pasaba allí horas. Ahora ya no lo hago. Es como el mago que ya se sabe los trucos: se convierte en tu oficio, pierdes la fascinación y pasas de ser cinéfilo a un profesional. Creadores como Almodóvar han lamentado mucho esta pérdida de la inocencia, porque ya no se puede recuperar.

¿Y cuál es su mayor éxito?

Lo que más celebro es poder hacer un cine personal, contando las cosas a mi manera y sintiéndome orgulloso. A cambio, no me importa, como siempre digo, ser el cineasta menos taquillero de México.

¿Cómo ve Ourense?

Estoy encantado, porque llego de una ciudad monstruosa como México, con millones de habitantes. Allí no existe el silencio.

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