Ourense, capital Lisboa para vencer al Zamora

No fue bonita, durante muchos minutos no fue agradable, pero supo de maravilla cuando sonó la bocina. El COB menos caliente de la temporada prendió la mecha en un final de locura para derrotar a un aguerrido Zamora por 79-73 y dejar el séptimo triunfo del curso en un Pazo que pasó de la reivindicación a la celebración, con una dosis de preocupación entre medias. Bien está lo que bien acaba y los ourensanos, todavía sin Krikke, Rosa y Samu Rodríguez, se apuntan una alegría que sube al casillero y a la mente de los cobistas.

El partido fue de cara. No hubo que esperar mucho sentir el frío, y no el del invierno que llama a la puerta. Un inicio pesado, alejado del guion que manejan normalmente los de Moncho López. En el tiempo en el que normalmente arman dos ataques, esta vez daba para hacer uno. Y con problemas. Un escenario embarrado donde el Zamora se encontraba mejor. Intercambio de golpes a la baja (8-8, m.5). En la pelea cuerpo a cuerpo, los visitantes se fueron al primer parón ganando con lo justo, 16-18.

Problemas que se acentuaron en el segundo cuarto. Faltaban puntos. Posesiones muy largas y poco acierto en hombres como Moody o Mendikote, sin que la presencia de Gill se pudiera notar en la zona ante los Paukste y Nikic, que tampoco van faltos de centímetros.

Así que, sin un baloncesto caviar, los zamoranos se fueron distanciando (20-28, m.15) y echando más hielo al frío. Lisboa intentaban mantener a los ourensanos a flote. Chispazos sin continuidad grupal que le dejaban predicando en el desierto. Los triples no entraban y el explosivo Walker hurgaba en la herida. Un lanzamiento exterior “in extremis” de Santi Paz mandó a los jugadores al descanso con un 30-37 y mucho ceño fruncido.

Ajustes entre las cuatro paredes del vestuario donde manda Moncho López y a cambiarle la cara al duelo. Costó. Bastante. Salieron mejor los cobistas, más en defensa que en ataque. La dupla portuguesa Lisboa-Brito cogió las riendas con puntos y defensa para acercarse (41-42, m.24). Pero faltaba darle la vuelta al calcetín completamente, algo que aprovechaba un Hanzlik sorprendentemente acertado para comandar un parcial 2-9 a favor de los zamoranos. Un dolor de muelas y un 49-55 al finalizar el tercer parcial.

Toma y daca

La hora de la verdad, en la que hubo varios partidos dentro de uno mismo. Porque el Zamora salió con ganas de sentenciar, puso los 10 puntos de renta en el luminoso y ya empezaba a exigir una hombrada a los locales. Dejen trabajar. Con Sergio Rodríguez y Mendikote sin acierto, Lisboa terminó por ponerse el traje de superhéroe. Y se unió Moody, que le va la marcha, y hasta Romaro Gill para poner por delante al COB por primera vez desde el primer cuarto (66-63, m.36). Parecía que el atasco se había despejado. Un parcial de 20-2 y una diferencia de +8 no se podía escapar con menos de tres minutos por jugar.

Pero nunca hay que subestimar la Primera FEB. Aquí hay baile hasta que encienden las luces de la discoteca. Golpearon los zamoranos con un parcial de 0-8 para dejar todo 71-71 en el momento de los valientes. Pastilla para el corazón y lanzar la moneda (otra vez), esta vez con unos árbitros más por la labor, que también ya tocaba. Lisboa, quién si no, quería cenar una victoria. Un triple y los tiros libres de Brito y Sergio Rodríguez le pusieron el cuño al triunfo del COB. La viva imagen del sufrimiento y caras en la grada de “esta ya no la veía venir”.

Una victoria para cortar la mala racha y seguir mirando hacia arriba. Una de esas con efecto en la clasificación y, no menos importante, en la cabeza de los jugadores. Refuerzo para un equipo que necesita recuperar piezas ante un calendario que no da tregua. Pero volvió a quedar claro que, estando mejor o peor, aprietan hasta el final. Y eso vale un mundo.