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Jesús María Gómez Fuertes (León, 17-10-1958), el que fuera técnico del CD Barco y además conformó junto a Antonio Teixidó aquel exitoso tándem que llevó al desaparecido CD Ourense a ganar en la temporada 1994-95 la liguilla de ascenso a Segunda División, reconoce que echa de menos el fútbol. Es el menor de ocho hermanos y siempre se ha caracterizado por ser una persona reflexiva, quizá por su ascendencia en Libra. Su idea futbolística está emparentada con la línea del buen juego que practicaban tanto César Luis Menotti como Johan Cruyff.
¿Cómo le van las cosas en este tiempo tan particular?
Como el resto de ciudadanos, me siento golpeado e inquieto por esta situación. Por lo demás, trabajando como vendedor de seguros. Hace años pensaba que me iba a morir sin ver ganar a España un mundial de fútbol. Era solo un pensamiento, la diferencia con la situación que estamos viviendo ahora es que esta situación de pandemia ni siquiera podías imaginarla, es algo excepcional. La realidad, ha desbordado a la ficción.
¿El fútbol sigue ocupando un lugar en su vida?
Lo justo. Cuando dejas de tener relación profesional con él pasas a un escenario totalmente diferente. En todo caso, de alguna forma sigo conectado,porque siempre te interesas por saber cómo les va a gente con la que había tenido relación.
¿Por qué dejó los banquillos?
Es una decisión que se toma cuando tienes que definir si el planteamiento de ser profesional te lleva a estar en sitios y momentos distintos, ya que no encaja con una situación personal que va en otra dirección. Ese es el momento determinante.
¿Lo sigue echando en falta?
Sí, porque sueño mucho con el fútbol, incluso como jugador. Son recurrentes tener episodios de sueños que tienen que ver con situaciones que has vivido, pero como los sueños son tan distorsionados que reproducirlos es complejo y difícil. El mejor de los sueños es tenerlos para no cometer el error de explicarlos, porque no es posible.
¿Se sintió usted un entrenador valorado?
Ese tipo de adjetivos son muy complejos, pero creo que sí fui valorado porque tuve manifestaciones en ese sentido. Para unas personas fui un entrenador más y para otros alguien que está y en un momento determinado desaparece del fútbol. No creo que haya una valoración ni tampoco el nivel y el tiempo que haya estado en el fútbol da para una valoración de reconocimiento que exige hacer varias cosas en un extenso período en el tiempo.
¿Y aquella dupla técnica con Antonio Teixidó?
El tiempo me ha dado datos para decir y pensar que aquella fue una de las decisiones más acertadas, correctas e inteligentes. El fútbol es una profesión y no todo el mundo parte de la mejor posición para alcanzar un objetivo. No es fácil sin tener un nombre que te avale con anterioridad. Las oportunidades son algo que con el tiempo sabes no se pueden desaprovechar y en aquella ocasión los dos nos beneficiamos ya que no entraban en contradicción los sentimientos ni las ideas futbolísticas.
¿Su estilo como técnico se asemejó al de la etapa como jugador?
Sí, a pesar de lo poco que jugué, ya que con 24 años deje el fútbol por unos problemas con mi rodilla. En esto sí que no hubo ninguna contradicción, es más, recuerdo en mi segunda estancia en Vigo cuando me fichó el Celta y estando Laureano Ruiz de técnico viví la pretemporada más feliz de mi vida futbolística porque aquella persona decía y hacía cosas en la pizarra que eran exactamente los conceptos del fútbol holandés, que después Cruyff plasmó en el Barça con matices y cosas distintas, pero la misma esencia.
¿Volverá a brillar el fútbol ourensano como aquel CDO que militó en Segunda?
Tienen que cambiar tantas cosas para darse algo similar que es complejo. Digamos que en el fútbol ha cambiado todo, para bien o para mal. En este momento se me hace muy difícil pensar en un equipo como el que entrené junto a Teixidó, porque había unos jugadores que eran bastante mejores de lo que ellos creían. Además, era complejo aunar en un momento determinado jugadores que encajaran a la perfección para hacer un tipo de juego concreto. Y en el aspecto social no veo ninguna posibilidad de ver un fútbol de otro nivel a lo que está abocado ahora Ourense, porque tiene otros condicionamientos y vive una realidad distinta. En Ourense, el fútbol de élite o las categorías nacionales deben esperar.
¿Cómo ve al CD Barco?
La temporada pasada consiguió jugar por primera vez el play off a Segunda B, algo que no pude lograr en su día. Habíamos sido quintos empatados con el cuarto y a un punto del tercero. Me hubiese gustado ser protagonista de un play off con aquel equipo. Ahora siguen en esa dinámica y me satisface. Tras un tiempo de sombras vuelve a verse la luz en una villa potente que puede hacer proyectos que pueden competir decorosamente porque tiene capacidad económica para fichar.
¿Tiene proyectos incumplidos?
Llega un momento en tu vida que, en general, se ha acabado el día de poder tomar las grandes decisiones. Lo lógico y lo normal es que se suelen toman a otras edades. Ahora hay ciertas estabilidades como para que uno se tenga que enfrentar a grandes decisiones y tenga aplazados sueños.
¿Qué le hubiese gustado realizar y se quedó en el limbo?
Me gustaba entrenar, pero lo que realmente sientes como algo irrepetible es jugar. Tener esas sensaciones de domingo, de golpear el balón y en ese sentido quizás no tuve las mejores decisiones ni ese mínimo de suerte. De tener con 21 años una proyección o posibilidades a que ellas se agoten por una realidad que te supera y que no puedes afrontar como la lesión.
¿Cuál fue el golpe más duro?
Cuestiones que tienen que ver con el adiós, la marcha de personas a las que quieres y recuerdas de manera recurrente todos los días y que son los grandes dramas a los que nos tenemos que enfrentar.
¿En qué o en quién cree?
Nos confundimos al esperar grandes cosas cuando la respuesta la tenemos en el día a día. Hay que creer en las cosas más accesibles y que están cerca de nosotros. No hace falta asaltar los cielos ni caerse en el infierno.
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