París 2024, una factura bien “magnifique”

SUEÑOS DE OLIMPIA

Thomas Bach y Emmanuel Macron celebrando el éxito de los Juegos de París.
Thomas Bach y Emmanuel Macron celebrando el éxito de los Juegos de París.

Antes de cada edición de unos Juegos Olímpicos se publican estudios de prestigiosas agencias y medios oficiales, donde unos elegantes señores afirman que la afortunada ciudad acogedora recibirá “un impacto de tres, cuatro, quizá diez mil millones de euros” gracias “a turistas y participantes”.

En París se insistió hasta la saciedad que serían económicamente viables y con enormes ingresos, pese a que el gobernador del banco nacional de Francia ya advirtió que el famoso “impacto” sería “más psicológico que económico”.

Terminados los Juegos, llega el momento de rendir cuentas. Si en julio algunos medios no gubernamentales alertaban de un sobrecoste de casi 9.000 millones de euros, ahora economistas especializados en eventos deportivos, como el francés Luc Arrondel, estiman más de 10.000. A la espera del balance oficial, previsiblemente en octubre.

En resumen, ya se triplica el presupuesto inicial. Además, la mitad de esa cantidad la tiene que pagar la administración pública -o sea, los ciudadanos franceses- pese a que en su momento se aseguró que no aportarían “más del 20 por ciento del total”.

No hay rastro de aquellos expertos que aseguraban un maná para París y se vislumbra la cruda realidad. La fiesta ha sido preciosa, pero un desmadre. ¿Quién paga la factura? Los franceses. ¿Con qué dinero? Ya se anuncian recortes drásticos y subida de impuestos. Recurso habitual de los políticos irresponsables.

Estaban advertidos. Los Juegos de Atenas, Río o Tokio fueron ruinosos para sus ciudades y países. Pero como Emmanuel Macron no lo saca de su bolsillo, pues “la vie en rose”. Para este tipo de gobernantes, los Juegos son un juguete.

Es turno de los héroes, hora de paralímpicos

El saltador de longitud paralímpico español Joan Munar, en París 2024.
El saltador de longitud paralímpico español Joan Munar, en París 2024.

Los Juegos Paralímpicos se celebran de forma oficial desde 1960, si bien los inicios pueden situarse en Londres 1948. Desde Seúl 1988 comparten sede e instalaciones con la ciudad organizadora.

Su repercusión y audiencia lucha contra prejuicios religiosos y sociales en todo el planeta. En algunas culturas -adivinen- quienes nacen con una enfermedad o malformación se atribuye a un castigo divino o pecado anterior. A veces son perseguidos y asesinados. En el mejor de los casos, arrinconados.

En las culturas occidentales, de base judeocristiana, son perfectamente integrados y valorados. Puede existir, cierto es, cierto exceso de lástima o protección en su trato.

Muchos espectadores no soportan la visión de estos deportistas en competición. Prefieren apagar el televisor. Más cuando los participantes carecen de varias extremidades.

Comprendemos esa reacción. Sucede cuando vemos algo fuera de lo que consideramos normal y nos recuerda la crueldad del mundo que nos rodea.

Contra esas reticencias, me gustaría recordar a tantos aficionados a los Juegos que estos deportistas quieren estar allí y han trabajado por ello como los demás. Y se presentan, como la naturaleza los ha creado. Absurdo sería ocultarlo.

Que existen pruebas realmente atractivas, con gran nivel competitivo. Con marcas que nosotros no podríamos igualar, ni siquiera con tres piernas. Y para los amantes de las historias de superación que en los paralímpicos encontrarán biografías dignas de película.

Entre la calaña televisiva o virtual que nos asfixia y estos superhéroes del deporte y la vida no hay duda posible. Disfruten de los paralímpicos, por favor.

Contenido patrocinado

stats