El banquillo del PSOE

Esta semana han vuelto los altos cargos del PSOE a la justicia. Todos aquellos que maniobraron para que Pedro Sánchez llegase a ser presidente del Gobierno están en la cárcel o a punto de entrar. Los dos más poderosos del PSOE, sus secretarios de organización, uno Santos Cerdán, está en prisión, y otro, José Luis Ábalos, estuvo a punto de ir a Soto del Real estos días, junto con su mano derecha, Koldo García Izaguirre, aunque ambos siguen con estrictas medidas cautelares. Si estas tres personas son los cimientos de Pedro Sánchez ¿cómo se puede sostener el edificio presidencial en pie?

En estas tesitura, no conviene olvidar algunos hitos que muestran el gran poder y mucho aprecio que gozaban en las filas del PSOE los dos encausados actuales.

El 26 de febrero de 2020, un diputado del PP preguntó al ministro de Transportes, José Luis Ábalos, por su presencia en el aeropuerto madrileño ante la llegada de la vicepresidenta de Venezuela, Delcy Rodríguez, persona que tenía prohibido pisar suelo europeo. Pues bien, durante la respuesta -una de las muchas versiones distintas que daría sobre el caso- los diputados del PP empezaron a gritar pidiendo su dimisión. La respuesta de la bancada socialista y de Unidas Podemos fue un aplauso, todos de pie, que duró un minuto y medio sin parar. Era una manifestación de apoyo, de respaldo, de reafirmación de su gestión. Se veía a un Ábalos abrumado ante la contundencia del apoyo que recibía. Un año después sería destituido de todos sus cargos, rechazado por sus compañeros, y apartado cual apestado. Fue la primera grieta en los cimientos presidenciales.

Ábalos reiteraba entonces, cuando ya estaba metido en negocios sucios, que “Los españoles no podemos tolerar la corrupción ni la indecencia como si fuera algo normal. No podemos normalizar la corrupción en nuestras vidas ni en las instituciones”. Sin despeinarse ni empacharse.

Unos años antes, en la moción de censura a Rajoy, pronunció un discurso en Congreso repudiando todo tipo de conducta deshonesta y corrupta. “Nosotros tenemos un procedimiento escrupuloso de seguimiento de los casos y un código ético por lo que no hay que cesar a nadie en diferido”. Ábalos reiteraba entonces, cuando ya estaba metido en negocios sucios, que “Los españoles no podemos tolerar la corrupción ni la indecencia como si fuera algo normal. No podemos normalizar la corrupción en nuestras vidas ni en las instituciones”. Sin despeinarse ni empacharse.

Fue sustituido por su mano derecha, Santos Cerdán, quien estuvo en el cargo 4 años. Resultó confirmado en el Congreso Federal de 2024. Zapatero lo presentó como ¡Super Santos Cerdán! provocando el delirio de los congresistas. Era el espaldarazo a su gestión hasta ese momento.

María Jesús Montero, en medio de esa euforia congresual, dijo que “Santos Cerdán ha sido, y es, uno de los mejores secretarios de organización que ha tenido este partido. Y yo, particularmente, espero y deseo que continúe durante muchos años. Tengo una relación personal y de amistad con el señor Santos Cerdán por el que también pongo la mano en el fuego”. Con el mismo riesgo quemarse se expresaron Bolaños y Zapatero.

Pero fue Pedro Sánchez, quien se volcó en alabanzas: “Santos es un buen socialista, es un gran secretario de organización, es un extraordinario negociador, muy eficaz. Una persona que me ha acompañado desde siempre. Tiene toda mi confianza y es uno de mis más estrechos colaboradores”. No se diga más. Ahora, este pilar de Sánchez es el primero que ha entrado en la cárcel, y el presidente no se siente implicado.

El banquillo espera a los siguientes.

Descalificación a los gobiernos europeos

El presidente español aseguró este miércoles que preside uno de los ejecutivos más decentes, estables y eficaces de Europa. Esta fue su defensa ante la acusación del líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, de que España está cansada de “pagar su corrupción, su incompetencia y los privilegios de su gente”.

Inmediatamente, se puede hacer un ejercicio de lógica y concluir que si un Gobierno tan minoritario, incumpliendo la obligación de presentar unos presupuestos, con la imposibilidad de aprobarlos, con el panorama judicial que afecta a su grupo parlamentario, a su partido y a su familia, es el más decente y eficaz de los gobiernos de Europa, todos los demás están para echarse a llorar. No serán decentes, serán corruptos, sin capacidad de presupuestos del Estado, sin estabilidad ni eficacia. Realmente supone una severa descalificación a toda Europa. No éramos conscientes de tal deterioro en la Unión Europea.