Una guerra por el relato urgente en la “batalla” por la opinión pública

En cuanto al hecho investigado en sí, conviene hacer notar que la batalla es eminentemente periodística, en el sentido de que la preocupación del propio García Ortiz no era otra que vencer en la batalla por la opinión pública. Tal y como desvelaba El Mundo, el fiscal general dio la orden por escrito a la fiscal superior de Madrid, de difundir desde su departamento una nota de prensa que incluía datos reservados del empresario González Amador: “Es imperativo sacar la nota. Si dejamos pasar el momento ganan el relato”.

Sin embargo, la urgencia de las filtraciones se entiende mejor si prestamos atención a algo crucial que recoge un párrafo del auto del magistrado del Tribunal Supremo: “A raíz de indicaciones recibidas de Presidencia del Gobierno -señala el auto que descubría muchas de las vergüenzas del todavía fiscal general del Estado- y aprovechando información publicada en el diario El Mundo, a las 21:29 horas del día 13 de marzo de 2024, titulada ‘La Fiscalía ofrece a la pareja de Ayuso un pacto para que admita dos delitos fiscales”, García Ortiz “entró en una dinámica de un frenético intercambio de comunicaciones entre distintos fiscales” para dar una respuesta que dejara en mal lugar al novio de la presidenta de la Comunidad de Madrid.

De Begoña a Isabel

Tampoco puede pasarse por alto que la urgencia por intentar envolver, siquiera colateralmente, a Isabel Díaz Ayuso en un escándalo político, coincide en el tiempo con la inminente imputación de la mujer del presidente del Gobierno, Begoña Gómez, algo que ocurrió formalmente en poco más de un mes desde la tentativa del fiscal y La Moncloa contra la líder popular.

Las filtraciones contra el novio de Díaz Ayuso fueron un intento de sacar del foco mediático el caso de Begoña Gómez

Y existen sobradas sospechas, como ha denunciado la oposición en reiteradas ocasiones, de que las filtraciones contra el novio de Díaz Ayuso fueron un intento de los fontaneros de La Moncloa por sacar del foco mediático el caso contra Begoña Gómez, y amortiguar el golpe en la opinión pública de la histórica imputación de la mujer del presidente del Gobierno, que llegaría unas semanas más tarde, tras la denuncia formal de Manos Limpias contra ella por posible tráfico de influencias y corrupción en los negocios.

A mediados de los años 90, en uno de los más célebres manuales del periodismo de entonces y todavía vigente en muchos de sus argumentos, “El periodista universal”, David Randall firmó algo que nos recuerda que a menudo es difícil separar hechos que parecen estar estrechamente conectados: “Nunca subestimes la disposición de las organizaciones implicadas en una crisis o que representan a quienes lo están- a filtrar información a los periodistas con el fin de promover alguna agenda interna y oculta”.