40 AÑOS DE LA ADHESIÓN A LA UE
Raquel García: “España siempre ha sido el buen alumno, el socio fiable, en europa”
40 AÑOS DE LA ADHESIÓN A LA UE
Raquel García (Madrid, 1994) es investigadora del Real Instituto Elcano y realiza su tesis doctoral sobre los consejos de ministros europeos desde 1986, año de la incorporación de España a la actual Unión Europea (entonces CEE) para analizar las líneas de la política exterior española respecto a Europa y sus socios en estos 40 años.
Pregunta.El 1 de enero de 1986 España entra en la Comunidad Económica Europea, ¿cuáles fueron las claves que guiaron el proceso de negociación?
Respuesta.Uno de los rasgos que distingue a España de otras democracias jóvenes del sur de Europa en ese momento, Portugal por ejemplo, que lo hace el mismo año, es un consenso sólido que refuerza la voluntad de entrar en el proyecto europeo.
P. ¿Ese consenso fue una fortaleza en aquel momento?
R.Lo fue y en adelante siguió siéndolo. De las tres nuevas democracias mediterráneas que ingresaron en los 80, España fue la única cuyo tratado de adhesión se ratificó sin un solo voto en contra. España era el único país en el que sus dos principales partidos eran proeuropeos. Y desde entonces todos los tratados que han reformado la Unión Europea han sido apoyados aquí por mayorías muy amplias.
P. ¿Por qué se da ese rasgo en España?
R.Pues por un sentimiento de anomalía, de atraso en la modernización económica y social, y que el aislamiento del franquismo hacía aún más llamativo. Entonces se ve a Europa como la meta a la que llegar, para modernizarse, para consolidarse como una democracia.
P. Sin embargo, el proceso de integración fue muy convulso…
R.Sí, y se vivió como un proceso un poco convulso. Pensemos en la desindustrialización, en toda aquella política de reconversión… Pero España siempre ha querido ser -y es otro de los rasgos distintivos que se mantienen a pesar de los cambios de gobierno- el buen alumno, el socio fiable y capaz de hacer sacrificios. Llevamos un par de años entrevistando a todos los expresidentes desde el 86; y Felipe González lo expresa muy claro: lo que es bueno para Europa va a ser bueno para España.
P. En 1986 también se produce otra la adhesión a la OTAN. ¿Cómo se ligan estos dos procesos?
R.Si en el proceso de integración europea podemos hablar de una política de Estado. La OTAN, la relación con Estados Unidos, no ha sido así. Los sucesivos gobiernos han tomado posturas diferentes. Creo que en aquel momento hubo dos elementos, la OTAN y el reconocimiento de Israel -España reconoció a Israel en el 86-, que estaban ligados también al proyecto europeo. Si querías estar dentro, tenías que dar un paso, estar en línea con el resto de socios europeos. No eran condiciones, pero sí procesos paralelos. En su entrevista, Felipe González lo explica claramente.
P. ¿Cómo fue avanzando la política española en las distintas fases de la integración?
R.En las primeras décadas se trata de estar cerca del centro de gravedad europeo, básicamente, del eje franco-alemán, y ser un buen alumno, y superar esa idea de España en la periferia. Y se consigue esa convergencia con Europa, sobre todo en términos económicos. Y cuando llega el euro, España ya forma parte de la primera ola de estados miembros que acceden a la moneda única. Ya estamos en la liga de los grandes. Y, a partir de ahí, se ha tratado de mantener esa posición.
P. Con Maastricht, en el 92, y hasta Lisboa, en 2007, hubo debates intensos, ¿hubo cuestionamiento?
R.Creo que tanto Felipe González como José María Aznar tuvieron actitudes asertivas a la hora de defender determinados intereses nacionales. Lo hizo Felipe González en la lucha por la creación del fondo de cohesión. Aznar también peleó muchísimo para conseguir mantener el nivel de los fondos estructurales. Y la gran pelea de Aznar fue con el Tratado de Niza para que España tuviese estatus de estado grande. Con las ampliaciones hacia el Este, con Alemania como gran adalid, España no se opuso, y si ves los discursos, siempre se apoya la ampliación, pero también se defienden los intereses nacionales.
P. Otro momento crítico, entre 2010 y 2012, que culmina con el rescate, toda la presión sobre Grecia… ¿Cómo se manejó España?
R.Rajoy hizo suyas las medidas europeas, con esa idea que ha guiado la política de España de mostrarse como buen alumno, socio de fiar. España siempre ha defendido avanzar hacia la unión fiscal, los eurobonos, una mayor integración económica… sucede que esa postura no ha sido mayoritaria.
P. ¿Dónde está la Unión Europea como agente en política internacional?
R.Una constante desde el 86 es la frustración por no ser un grande en los debates de política exterior. Es una debilidad estructural. So un conjunto de estados, cada uno con intereses muy diferentes, que tienen que ponerse de acuerdo en una de las cuestiones centrales de lo que implica ser un estado, de su soberanía, que es su alineación en la política exterior. Hay un debate para terminar con el bloqueo que supone la unanimidad y tener una voz en el mundo. España es de los que defiende votar por mayoría cualificada. Pero acabar con la unanimidad implica que puedes quedar en minoría en decisiones de política exterior que forman parte de tu identidad como estado. En el conflicto palestino, España es una voz discordante respecto a la mayoría de la Unión Europea. Y si se votase por mayoría cualificada, igual se quedaba en minoría.
P. ¿Qué mecanismos de defensa de la democracia, en un contexto como el actual de desafección y auge de neofascismos, tiene la UE?
R.Las medidas que la UE adoptó a raíz de la crisis de 2008 generaron mucho rechazo social, y eso inició por ejemplo en España todo un proceso de politización del proyecto europeo. La incapacidad de la UE y de los estados miembros para dar respuesta a problemas de la ciudadanía produjo el descontento y el voto a formaciones que crecieron en ese descontento. Más que dar lecciones a los ciudadanos sobre democracia, lo que debe preguntarse la UE es por qué aparece esa crítica al ‘establishment’… Acabamos de ver como la respuesta en apoyo de Ucrania es emitir deuda, pero en 2008 la respuesta no fue emitir deuda en apoyo de los estados más débiles, no se adoptó un enfoque solidario, no, lo que se implantaron fueron medidas que erosionaron la cohesión social.
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