David Ortiz, el arquitecto de la salud mental

El sábado tuve conocimiento del fallecimiento de David Ortiz-Arce, arquitecto, que nació en Madrid en febrero de 1940 donde estudió arquitectura, finalizando estos en 1970 y vinculándose a Ourense para ejercer como arquitecto de la administración pública, fundamentalmente en educación, aunque también hizo trabajos importantes en sanidad.

Conocí a David en los años 80, siendo yo director del Hospital Psiquiátrico de Toén (Dr. Cabaleiro Goás) todo ello porque era necesario abordar una serie de obras en el Hospital, un asunto no exento de complejidad por lo que supone trabajar en un centro dedicado a la atención de Salud Mental que tenía que seguir funcionando ya que no procedía suspender ningún tipo de actividad.

Cuando me entrevisté con él para planificar la obra, me cautivó su interés por la necesidad de respetar nuestra actividad asistencial, también por lograr un ambiente en el que la reforma no alterase el normal funcionamiento del centro y, por ende, de los pacientes.

No era un profesional preocupado o apresurado por el tiempo, primaba para él la persona, era un humanista con una sensibilidad especial, ni que decir tiene que la obra se realizó sin ningún tipo de complicación y en tiempo razonable.

Posteriormente cuando vuelvo a Ourense para dirigir el Hospital Provincial y el Hospital Dr. Cabaleiro Goás, traté de cumplir una vieja reivindicación en el Área Sanitaria de Ourense, que era la de ubicar, dentro del Complejo Hospitalario, una Unidad de Atención Psiquiátrica para Agudos con veinte camas y que en este caso se ubicaría en el Centro Hospitalario Santa María Nai, no era un asunto fácil, se trataba de convencer a la junta directiva del Hospital de la necesidad de integrar esta asistencia sanitaria. La junta facultativa del Hospital, así como la representación sindical, luego de varias reuniones, aceptaron esta ubicación. David, con su informe, con su tranquilidad y sensibilidad, fue clave para que la propuesta saliese adelante.

Esta obra para ubicar las veinte camas en la estructura hospitalaria fue un trabajo de equilibrio entre la presión de profesionales para garantizar una asistencia compleja, la presión de la gestión presupuestaria y los plazos y, también, pero ya no tan importante, la presión del propio Centro Hospitalario que miraba con cierto recelo la ubicación de la Unidad.

David, aguantó todo tipo de propuestas que diariamente le transmitían, tanto psiquiatras, profesionales de enfermería, auxiliares, etc. Eran muchas y todas perseguían la excelencia de la Unidad. David cumplió la mayoría, incluso consiguió un diseño especial para garantizar la seguridad de las ventanas teniendo en cuenta la patología que se iba a tratar.

Esta Unidad se convirtió en una referencia incluso a nivel nacional. Muchos profesionales de distintos puntos de España vinieron a visitarla, David fue el gran director de un proyecto que integró lo mejor de las propuestas de los distintos responsables asistenciales.

Posteriormente, también en nuestro Hospital fue quien de reformar las Urgencias sin provocar ningún problema de atención mientras se ejecutaba la obra.

A David le debo mi inquietud por el arte dentro de los hospitales, él me motivó para seguir ese camino, acertó de pleno en su propuesta y hoy tenemos mucho arte en nuestros Centros Hospitalarios. Él fue el pionero dulcificando así las estancias en los Centros.

Siempre me interesó su especial sensibilidad hacia los temas sociales. Hoy tengo clara la respuesta, Esther, su compañera de vida, le impregnó de esa necesidad. Ella, presidiendo la Asociación de Sordomudos en Ourense, sabía lo que era luchar para las mejores condiciones de este colectivo.

Se me va un gran colaborador. Un hombre sensible, pausado, reflexivo y con la máxima honradez. Mucho se alegró de mi trayectoria y presumía de nuestra amistad. Si puedo pedir algo para él, pido el Cielo.

Abrazo grande, amigo, gracias por tu ayuda.