Maestro de la música cubana

Juan Rafael Márquez Urbino, conocido artísticamente como Juanito Márquez, falleció en Miami a los 95 años, dejando tras de sí una de las trayectorias más influyentes y discretamente brillantes de la música cubana del siglo XX. Su vida fue un testimonio de dedicación, innovación y amor por la música, desde sus humildes comienzos en Holguín hasta su consagración como uno de los grandes arquitectos sonoros de la diáspora cubana.

Nacido el 4 de julio de 1929 en una familia de músicos, Juanito Márquez respiró desde niño el arte de los acordes bien hechos. Su formación inicial la recibió de su padre, guitarrista clásico y director de orquesta, quien le inculcó no solo la técnica, sino también el respeto por la estructura musical. A los 19 años ya era guitarrista y orquestador en la banda Hermanos Avilés, una de las agrupaciones más emblemáticas de Cuba. Su talento precoz lo llevó a colaborar con orquestas de renombre como la Riverside, donde su bolero Alma con alma se convirtió en un clásico inmortal del repertorio cubano.

La carrera de Márquez se desarrolló en tres grandes capitales musicales: La Habana, Madrid y Miami. En 1969 emigró a España, donde trabajó como director musical del sello HispaVox y colaboró con artistas como Raphael, Paloma San Basilio, Rocío Jurado y José Luis Perales. En 1976 se trasladó a Miami, donde se integró a la escena del nuevo sonido latino como arreglista y orquestador de la Miami Sound Machine, el grupo liderado por Emilio y Gloria Estefan. Su trabajo en el álbum Mi tierra, que ganó un Grammy en 1994, consolidó su influencia en la música latina contemporánea.

Juanito Márquez fue también un innovador del ritmo pa’cá, una fusión de joropo, merengue y son oriental, que enriqueció el panorama musical cubano con una sonoridad fresca y sofisticada. Su obra abarcó boleros, jazz latino, música popular y arreglos sinfónicos, siempre con una firma inconfundible de elegancia, precisión y sensibilidad. Entre sus composiciones más conocidas se encuentran Como un milagro, Arrímate pa’ cá y Naricita fría, interpretadas por figuras como Elena Burke, Bebo Valdés, José Feliciano, Jon Secada y Celia Cruz.

Su fallecimiento ha generado una oleada de tributos de colegas, críticos y melómanos que lo recuerdan como uno de los últimos verdaderos grandes de la música cubana. La investigadora Rosa Marquetti lo definió como un genio cuya influencia se codea con la de Sindo Garay, Arsenio Rodríguez, Matamoros y Formell. Su arte, escribió otro estudioso, fue un surtidor que bañó innumerables cabezas, elevando carreras ajenas con una generosidad sin alarde.