¡Hasta siempre, Ramón Fernández González!

OBITUARIO

Mario Varela Pérez se despide del fallecido Ramón Fernández González

Ramón Fernández González
Ramón Fernández González

Ni los extremados y apasionados cuidados con los que fue mimado pudieron con esa enfermedad anquilosante e indeseable que padeció. Fue una resistencia estoica, fueron muchos los apoyos por todos y cada uno que le conocimos, esas vecinas como Rosario entre otras no han regateado apoyo tanto moral como activo en momentos de crisis que por desgracia fueron muchos.

La gran piña que hicieron los familiares más cercanos, desde su amada Marina hasta la última bisnieta, abrigó esos momentos en los que todo ser humano necesita contar con alguien a su lado.

Claro que se lo merecía como el que más, aunque a veces discreparan sobre lances de la vida como en cualquier familia , su carácter le valía de arma para empujar su idea pero siempre salvando su noble razonamiento, todo por el bien familiar, no iba a ser de otra manera.

Gran profesional de la ebanistería y carpintería dejó regados por muchos lugares con muestras de su buen hacer manejando la madera entre los que me honró a mí con gestos de los que me sentiré orgulloso toda la vida (dos mesas serán testimonio perenne de su gesto desinteresado). Ese hombre valiente que acometía los problemas con soluciones sin amilanarse llevaba mucho tiempo acometido por una salud con goteras, y se fue rindiendo poco a poco a una realidad entre altibajos, yo fui testigo de ciertos momentos en los que en el sube y baja de su estado de ánimo y control me tocó participar de algunos momentos en los que nos sorprendió con reacción positiva acompañando de un toque de broma que siempre era bien recibida. Preocupado por los suyos y por cualquier vecino que en un momento necesitase algún favor siempre se mostró dispuesto servir en la medida que en su mano estaba.

Me tocó vivir con gran emoción aquella celebración de los 65 años de su boda con la Marina de su vida , quien tendrá ahora que rehacer su vida sin su presencia (ánimo Marina, mucha fuerza). Aquel día vibramos todos los que tuvimos la suerte de ocupar un espacio en un banquete muy especial en un sitio también especial como fue la antigua casa de la escuela hoy reconvertida en local social.

Recuerdo cuando en las reuniones familiares a la hora de comer su insistencia en qué me pusiera comida, “anda come que no comiste nada”, “ponedle más a éste que está con hambre”, les decía, “botalle mais o de Zorobelle”, decía cariñosamente.

Cada cual tendrá su motivo para recordar a este gran hombre que después de padecer en demasía la esquiva salud, y que ahora descansa en paz

Con recuerdo cariñoso de todos los que sentimos su pérdida.

Hasta siempre Ramón.

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