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Como vimos en un reciente artículo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomieda realizar al menos 150 minutos semanales de actividad física moderada aeróbica, o bien 75 minutos semanales de actividad física aeróbica intensa. Estas cifras equivalen a 600 MET-minutos(1) de actividad total por semana, independientemente del trabajo realizado (tareas del hogar, desplazamientos, trabajo, tiempo de ocio, ...).
¿Es suficiente con seguir las recomendaciones de la OMS?
En 2016, se publicó un metaanálisis cuyo objetivo fue cuantificar las asociaciones dosis-respuesta entre la actividad física total y el riesgo de padecer ciertas enfermedades crónicas como son el cáncer de mama, el cáncer de colon, la diabetes, enfermedades coronarias y accidentes cerebrovasculares. En este estudio, se revisó en las bases de datos PubMed y Embase la literatura científica publicada desde 1980 hasta 2016 que estudió la asociación entre actividad física y riesgo de padecer alguna de las cinco enfermedades crónicas mencionadas.
Individuos con un nivel total de actividad de 600 MET-minutos/semana (el nivel mínimo recomendado) obtuvo una ventaja del 2% en cuanto al riesgo de padecer diabetes en comparación con aquellas personas que no realizan actividad física. Incrementar nuestro nivel de actividad, pasando de 600 a 3600 MET-minutos/semana, implica una reducción adicional del riesgo de enfermedad de un 19%. Sin embargo, cuando pasamos a niveles totales de actividad de entre los 9000 a los 12000 MET-minutos/semana, solo se logra que el riesgo de diabetes se reduzca en un 0,6%. Si comparamos individuos con niveles de actividad por debajo de los 600 MET-minutos/semana en relación con aquellos que se sitúan en niveles iguales o superiores a 8000 MET-minutos/semana, el riesgo de enfermedad se reduce en un 14% en el cáncer de mama, en un 21% en el cáncer de colon, en un 28% en el caso de la diabetes, en un 25% en la cardiopatía isquémica y en un 26% en los accidentes cerebrovasculares.
Conclusión
Niveles de actividad física bastante superiores a los niveles mínimos recomendados en la actualidad, suponen mayores beneficios. Sin embargo, niveles muy superiores de actividad presentan rendimientos decrecientes en cuanto a beneficios se refiere.
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