¿Qué ha provocado que los discursos de odio y la xenofobia se disparen en las redes?
OBSERVATORIO CONTRA EL RACISMO
El sistema FARO, la herramienta de detección desarrollada por el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, contabilizó entre el 6 y el 22 de julio más de 138.000 mensajes de odio en redes sociales. L
La chispa fue un hecho concreto: la agresión a un vecino por parte de un grupo de jóvenes de origen magrebí. A partir de ahí, se desató una tormenta digital. El sistema FARO, la herramienta de detección desarrollada por el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, contabilizó entre el 6 y el 22 de julio más de 138.000 mensajes de odio en redes sociales. La mayoría de ellos fueron dirigidos a personas del norte de África.
La narrativa que se impuso no fue la de los hechos, sino la de los bulos, la desinformación y las imágenes manipulada, según el Ministerio de Migraciones, con convocatorias a manifestaciones violentas circularon con rapidez, especialmente a través de canales de Telegram, alimentadas por grupos ultras y perfiles que llevan tiempo promoviendo este tipo de contenido.
El pico más alto se alcanzó el 12 de julio, con más de 33.000 mensajes de odio detectados en un solo día. Fue justo cuando se convocó una protesta vecinal en Torre Pacheco. Desde ese momento, el volumen de contenido hostil fue disminuyendo, aunque nunca desapareció del todo.
El informe señala que el 91% de los mensajes estaban dirigidos contra personas del norte de África, el grupo más afectado por esta ola de odio. Le siguen los colectivos musulmanes (6%) y afrodescendientes (5%). En cuanto al tipo de discurso, un 33% contenía expresiones de deshumanización (“alimañas”, “dan asco”), un 27% vinculaba a estas personas con la violencia o la inseguridad, y un 23% llamaba directamente a su expulsión.
Las palabras clave más repetidas en los mensajes con discurso de odio fueron: paliza, mierda, machete y delincuente.
Para detectar estos contenidos, el sistema FARO utiliza inteligencia artificial combinada con revisión humana. Con más de 100.000 reglas semánticas, los algoritmos detectan patrones de lenguaje y contenidos sospechosos. Cada mensaje señalado es luego verificado por dos personas expertas que determinan si incurre en racismo o xenofobia según criterios técnicos estandarizados.
“Lo que ocurre en redes se traslada a la sociedad, por ello debemos actuar con contundencia para desmontar bulos e informar con rigor. Neutralizar los discursos de odio es imprescindible para que no se repita”, afirmó la ministra de Inclusión, Elma Saiz, quien se ha reunido esta semana con la secretaria de Estado de Migraciones, Pilar Cancela, y el equipo de autoras del informe.
El aumento del odio no es casual. Responde a un clima social polarizado, donde los episodios violentos —reales o tergiversados— se convierten en combustible para discursos que criminalizan a colectivos enteros. Y lo que empieza en una red social, puede acabar en la calle.
Como alerta Oberaxe, la respuesta debe ser institucional, educativa y firme. Porque el silencio frente al odio también deja cicatriz.
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