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La barquense Kissy Torres, toda una vida ganando

La Entrevista

La palista barquense regresó de los Mundiales de Dinamarca con un oro en el K-2 femenino y un bronce en el K-2 mixto

Kissy Torres celebra con una sonrisa el oro en el K-2 femenino máster de los Mundiales, junto a Emma Vía.
Kissy Torres celebra con una sonrisa el oro en el K-2 femenino máster de los Mundiales, junto a Emma Vía.

Dulce regreso el de Kissy Torres de los Mundiales de Dinamarca, un oro y un bronce en la categoría Máster en la modalidad de Maratón, en el K-2 femenino junto a Emma Vía y en el mixto compartiendo piragua con Adolfo Monteagudo. Técnica de deportes en el Concello de O Barco desde hace dieciocho años, “desde que salí de la universidad”, precisa, subió asimismo a lo más alto este fin de semana en el Descenso del Sil, una vez más.

“Los habrá que compitan en la categoría Máster solo por divertirse, por aquello de la edad, pero en mi caso desde luego que no, yo entreno mucho, no menos de dos horas al día y rara vez descanso. Y si no entreno corro, me gusta mucho el medio fondo, me agrada combinar carrera con agua o gimnasio con agua”, detalla la barquense, de 43 años, licenciada en Psicopedagogía y Pedagogía por la Universidad de Vigo.

¿Cumplió con las expectativas en el Mundial? “Diría que sí, el año pasado me quedó la espina en el mixto de haber sido demasiado conservadores en la salida, apenas había cuarenta minutos entre el maratón femenino y el mixto y lo pagamos, fue algo así como bajarse, beber un poco, comer un plátano y volver a subirte. Esta vez queríamos estar en el primer bloque desde el principio, quedé muy satisfecha. El desgaste mental es muy grande, salir, coger la ola y llevarla hasta el final”, resume.

Kissy Torres, en la piragua.
Kissy Torres, en la piragua.

Empezó en esto, ¿cuándo? “A los catorce, quince años, con un cursillo de iniciación, con mi mejor amiga, que desgraciadamente falleció muy joven. Soy muy patriota de O Barco, toda mi familia está muy vinculada al deporte, he corrido rallys con mi padre, mi madre está muy vinculada a la cultura de aquí. El deporte supone una forma de vida para mí, no concibo levantarme a las seis de la mañana y no salir a entrenar. Vivo en un entorno muy deportivo, el deporte es salud, forma parte de mi vida. Por supuesto que esta vida supone un sacrificio, aunque yo no lo siento así, lo hago con cariño, con normalidad. Es verdad que hasta días después del Mundial no fui consciente de la fatiga que traía”, remarca.

Un momento malo

¿Qué pasaría si se lo quitasen? “Me matan, buscaría otra alternativa, qué remedio. Ya paré durante el segundo año de carrera, paré de competir, porque durante ese tiempo nadé, corrí, jugué al tenis, al pádel, hice bici, escalada, rallys. Más tarde tuve un momento malo, un punto de inflexión cuando estuve seis meses parada por una fibrosis crónica. Me afectó a la cabeza, me preguntaba cuándo podría volver a remar. Me dije, ‘la piragua se acabó’, es que ni me podía sentar en una silla. Salí de aquello gracias a una mentalidad positiva”, acaba.

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