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Un kart con el número 28 espera paciente su turno de competición en las calles de O Carballiño ante la mirada de un chaval que probablemente compartía edad y afición con el protagonista de la imagen, que por aquel entonces daba sus primeros pasos en el karting, pero que ni se imaginaba hasta donde llegaría.
Fernando Alonso Díaz es el protagonista, quizá involuntario de la crónica del Diario La Región del día 18 de septiembre de 1989. Por aquel entonces, el bicampeón del mundo de Fórmula 1 ya era una de las más firmes promesas del automovilismo asturiano y disputaba (y ganaba) carreras en la categoría de 80 centímetros cúbicos, bien acompañado por varios compañeros de autonomía y por pilotos que posteriormente hicieron carrera también, aunque a menor escala.
En aquella carrera disputada bajo el paraguas de las Fiestas de San Cibrao de O Carballiño e impulsada por el ya presidente de la FGA, por aquel entonces Iván Corral, Alonso se impuso a su compañero de equipo Luis Muñiz y a Ricardo Morán en un triplete asturiano que confirmaba el buen nivel de pilotaje que mostraron por las calles de la villa, sorteando aceras, balas de paja y alguna que otra señal.
En la misma cita, compitiendo con karts de menor potencia, Cristóbal Serantes y Celso Míguez peleaban por el podio en la categoría de 50 centímetros cúbicos, concluyendo en el tercer y cuarto escalón del podio, respectivamente. Ambos pilotos se convirtieron posteriormente en referentes gallegos en la competición en circuitos y montaña.
Entre las categorías “grandes”, el nombre de Pedro García fue habitual en el karting autonómico y nacional. El ourensano fue uno de los grandes pilotos de esta modalidad a finales de los años 80 y principios de los 90 y en “casa” no fue la excepción. Fue el ganador de una prueba de 250 centímetros cúbicos en la que solamente tuvo un competidor claro, Paco Outeda, reconocido posteriormente por ser el creador de los fórmulas y barquetas utilizados por pilotos como Benito Varela, Nonito Gómez y posteriormente (aunque con modificaciones profundas, los ourensanos Pablo Rey o Abrahán Vázquez, entre otros).
El tercer escalón de aquella cita salió de la apretada lucha entre Raúl Viso y José García, con la balanza inclinada para el segundo.
La categoría reina, la de 100 centímetros cúbicos (decía la crónica que eran más rápidos que los “dos y medio”) se la llevó a casa el vigués Jesús del Campo, seguido de José Alberto Muñiz y el carballiñes Gonzalo Carballeda.
La proliferación de las citas urbanas hizo que muchas localidades ourensanas acogiesen carreras de este tipo, peligrosas y emocionantes a partes iguales. La propia ciudad de Ourense, con Juan XXIII, Progreso, el Campus universitario o la carretera de Monforte como partes de los trazados trajeron a grandes pilotos, lo mismo que villas como Verín, que durante años tuvieron su presencia en un autonómico que ahora mismo sufre para completar categorías, especialmente en las de pilotos más jóvenes.
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