O Carballiño, cuna del Crossfit en España

DEPORTE DE ALTA INTENSIDAD

José Ignacio Álvarez lo comenzó a implantar en su centro en 2007

José Ignacio Álvarez, pionero de Crossfit en España
José Ignacio Álvarez, pionero de Crossfit en España

En 1995, Greg Glassman funda su primer gimnasio en California, lo que desencadenaría años después en el nacimiento de Crossfit, una disciplina deportiva practicada por más de tres millones de personas en el mundo. Parte de un programa de entrenamiento basado en movimientos funcionales realizados a alta intensidad que combina elementos de halterofilia, gimnasia y entrenamiento metabólico. Según Crossfit España, se estima que hay una media de 175 usuarios por centro, por lo que actualmente en Galicia podrían haber alrededor de 5000 practicantes entre boxes vinculados a la marca e independientes.

Mucho antes de la fiebre del Crossfit, en 2005, Jose Ignacio Álvarez trabajaba gimnasio Olimpia de O Carballiño. Buscando nuevas formas de entrenar, se encontró con recursos en inglés sobre esta disciplina. En 2007, el mismo año que se celebraban los primeros Crossfit Games -un evento anual que reune a los mejores atletas de este deporte- él ya estaba implantándolo para sus clientes, aunque en España no había ni siquiera desembarcado de manera oficial.

No sería hasta 2010 cuando se emitió la primera certificación en el país, pero dos años antes Álvarez ya había abierto su primer centro deportivo: Crossgym Carballiño. Un lugar donde ya enseñaba este, por entonces, novedoso deporte.

En 2013, junto a dos amigos y clientes, forma la empresa CrossFit Galicia. De ahí nació CrossFit Pontevedra, el primer centro oficial de toda la comunidad autónoma, que poco después se sumarían Crossfit Ourense y Kilian Crossfit, en Vigo. A día de hoy, Álvarez ha vuelto a O Carballiño tras desvincularse de sus socios, donde reabrió su centro aplicando esta vez su propia metodología y perfeccionando su forma de trabajar durante tantos años.

La actualidad

A dia de hoy, Álvarez reniega del Crossfit tal y como se predica mayoritariamente y busca hacer valer su experiencia: “Como entrenador, debes tener un criterio propio porque tratas con la salud de la gente. Yo me quedé con muchas cosas de Crossfit y quité otras muchas”, explica.

Apuesta por no superar las 6 personas por clase: “No es posible hacer lo que vende Crossfit respecto a atención individualizada con 15 personas por sesión, cuando no son más”, aunque matiza que para que eso sea posible, repercute en los costes. Además, entiende la visión de los centros desde el punto de vista de la viabilidad económica. “Yo voy a lo que realmente tendría que ser, no al negocio, quería buscar la verdadera esencia de esto”. Como máximo, su centro tiene 30 usuarios como máximo de manera concurrente.

Además, no trabaja sobre uno de los axiomas de Crossfit: Los entrenamientos constantemente variados, que cada día sea diferente. Afirma que si no es posible repetir, es imposible medir progresión. También es crítico con aspectos como el uso de ejercicios vinculados con la halterofilia o pliometría (entrenamiento que tiene como objetivo la potencia) en rangos de muchas repeticiones: “Simplemente no están diseñados para eso. Te cansan, pero cansar no es entrenar. Se entrena con un objetivo concreto”. Además, afirma que la metodología de Crossfit sería “muy bonita” si estuviera correctamente estructurada pero “la gente tampoco tiene paciencia, quiere resultados el día uno”.

Álvarez indica también que es vital diferenciar el Crossfit como marca, como competición y como un enfoque pedagógico vinculado con la salud: “Al 90% de los usuarios no les beneficia una perspectiva competitiva porque no es sana”, señala.

La marca

Otra tendencia que se ve en los últimos años es que la metodología ha superado a la marca, ya que hay numerosos centros que abren y siguen la metodología de entrenamiento sin usar ese nombre. A Álvarez le parece razonable, a pesar de que en el pasado su propio centro estuvo afiliado: “Es normal que la gente no quiera estar ligada, el dinero que gastas no se avala en nada, solo para que te manden una postal en Navidad que suele llegar tarde. Entiendo que la gente invierta ese dinero en material o marketing”. A pesar de lo anterior, Álvarez confiesa “haber sido dogmático de la marca en el pasado, aunque ahora sea más detractor”.

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