Opinión

Reformar ahora el TC

Comenzare mi opinión manifestando que la soberanía nacional reside en el conjunto del pueblo español y no en una única comunidad territorial, por lo que se hace imprescindible reafirmar la vigencia de las leyes democráticas en todo el conjunto de nuestro país. Pero debo añadir a continuación que el actual Gobierno de la nación lleva toda una legislatura actuando e intentando legislar a destiempo, en precario y con una tremenda inseguridad en la toma de decisiones fundamentales como la acordada en prácticamente tiempo de descuento de aprobar la reforma del Tribunal Constitucional. Desde el Ejecutivo la califican de "legitima, oportuna y necesaria" y en mi opinión le añadiría "tarde, mal y arrastras", como en casi todas las lineas de actuación en estos últimos cuatro años .

El enorme problema creado, por oscuros e injustificables intereses, en Cataluña es una gran espada de Damocles que pende de hace tiempo sobre nuestra nación. Un problema irresponsablemente creado de convivencia y de confrontación que puede derivar en diversas actuaciones de menor o mayor intensidad pero todas ellas perjudiciales para la ciudadanía en el conjunto del Estado. No tratan de defender ideales o actuaciones sociales, económicas y políticas por el bien de los ciudadanos. Tratan simplemente de escenificar y ejecutar sus vanidades, egoísmos, sectarismos, cuotas de poder y camuflar fracasos de gestión de lo público.

Cuánta ceguera política y cuánto despropósito junto. Los que defendemos la regeneración democrática y la renovación política encontramos motivos de sobra para seguir trabajando en esta senda, observando a estos personajes que una y otra vez nos meten en todas las ciénagas habidas y por haber; pero eso sí, ellos por supuesto observando desde lo alto de la colina el resultado del desaguisado que están originando. Sinceramente no sé cómo acabara todo este sin sentido, pero lo que sí tengo nítido es que los que crearon los conflictos no van ser quienes los solucionen.

Pido firmeza constitucional, ya que la tibieza y la ambigüedad sólo contribuyen a dar alas a un nacionalismo que crece frente a la inseguridad en mensajes que deberían ser férreos, contundentes y que además tendrían que recordar que traspasan los principios constitucionales de la unidad de la nación y de su soberanía. Pedir la independencia de Cataluña, con una comunidad quebrada socialmente y económicamente, que no pasaría ni una auditoría, es no tener sentido alguno de la responsabilidad y únicamente persigue tapar un tremendo fracaso unipersonal.

En definitiva, las elecciones catalanas del 27 de septiembre van a marcar seguramente un antes y un después y van a condicionar, sí o sí, las elecciones generales del 20 de diciembre. Pero debe quedar nítido que lo que pase en Cataluña sí nos importa a todos los españoles, porque todos formamos parte del mismo proyecto común que es España.

Te puede interesar