Opinión

Los Compadres y las Comadres

Este año tienen lugar el 24 de enero (Jueves de Compadres) y el 31 (Jueves de Comadres). Se trata de una simbólica lucha de sexos. El ’Compadre’ es un muñeco o un pelele hecho de paja, papeles de colores, madera o cartones.


Un personaje masculino, símbolo de la virilidad, que se coloca en un sitio bien visible a donde es difícil acceder (el corredor o balcón de la casa del Concello para que no puedan acceder allí los niños o las niñas que se divierten en la plaza). Las niñas en casa o en la escuela o en un taller confeccionan el compadre y lo llevan bien sujeto para proceder a su quema. Los niños se lo quieren sacar de las manos a las niñas para salvarlo de la quema, y entonces se organiza la lucha de sexos. Dejar quemar el Compadre simboliza una derrota ante una mujer y esto hasta nuestros días entraña cierta vergüenza. Para terminar, uno desata el Compadre que está en el balcón del Ayuntamiento y al caer en las luchas de unos contra otros lo deshacen. En todas las culturas hay una jornada en la que mandan las mujeres.


Una oportunidad que tienen las mujeres para rebelarse y liberarse del dominio que siempre ejercieron sobre ellas los hombres, dado que los códigos morales y de conducta los hicieron siempre los hombres. Es una manifestación más de la subversión del orden que entraña la fiesta del Entroido. La lucha termina venciendo los niños que, como aguerridos guerreros, defendieron el Compadre.


El jueves siguiente las mujeres intentan vengarse. Ese día los niños llevan la ’Comadre’, que también es un muñeco que ese día preside la fiesta colgado del balcón del Ayuntamiento. Las niñas quieren salvar la comadre que simboliza el sexo femenino. En el intento de salvar a la comadre que ellas hicieron en la escuela, en un taller, inician una lucha cuerpo a cuerpo.


Un caos del cual nace el orden nuevo del año que empieza: una inversión de sexos, de la jerarquía y del orden establecido En otros tiempos estos eran los únicos días en los que un niño se podía arrimar a una niña sin ser criticados ni ellos ni ellas. Ese día vencen las mujeres, que no dejan que mar la Comadre, en ella está simbolizado el sexo femenino. En la ciudad de Ourense el campo de batalla en la actualidad es la Plaza Mayor, pero antaño era la Plaza del Trigo, situada en la puerta sur de la Catedral y la plaza de Santa María Madre. La representación en los dos casos la hacen los niños y las niñas de nuestros colegios.


Al terminar en el campo de lucha (Plaza Mayor) quedan los despojos, las armas abandonadas y todos se retiran contentos aguardando que llegue el Entroido 2’. En el que ya se comienza a pensar. La lucha de sexos no es más que una oposición de fecundidad e infecundidad. Una imposición patriarcado-matricarcado. Un caos del cual nace el orden nuevo del año que empieza: una inversión de sexos, de la jerarquía y del orden establecido.


Es una pena que de un tiempo a esta parte cada año participen menos niños. Los maestros no se quieren responsabilizar de los accidentes que pueden suceder y por ello, siguiendo el refrán que suena así ’muerto el perro acabada la rabia’, deciden no llevar los niños. Además todos los que asisten son de colegios públicos. Yo me pregunto ¿dónde están los niños de los colegios religiosos y de los concertados?...

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