Opinión

Exorcismos y exorcistas en la actualidad

Hasta hace pocos años el tema de los exorcistas y de los exorcismos era ‘tabú’ como demostré en 1998 en un libro titulado ‘Posesos y Endemoniados’ publicado en la imprenta ‘Grafo Dos’ en Ourense. Porqué aquellos años saber quién ejercía de exorcista en cada diócesis era casi imposible. Cuando los fieles acudían a preguntar quién era el ‘exorcista’ se reían y no le daban respuesta alguna. Aquello era todo un hermetismo. La Iglesia tenía un libro litúrgico titulado ‘Rituale-Romanun’ editado en 1614. Ante aquel hermetismo yo siempre apliqué el principio filosófico que suena así: ‘nihil sine causa suficiente’ y que si la iglesia tenía un ‘Ritual’ era para algo. En Galicia yo fui siempre consciente de que en algunas parroquias y santuarios se hacían exorcismos. Este es el caso de San Pedro Mártir en Xunqueira de Ambía y en la villa de Ribadavia, en los templos y capillas puestas bajo la advocación de San Cipriano, en la capilla del Santo Cristo de la Catedral de Ourense y en los santuarios del Corpiño, en San Campio de ‘lonxe’ en Tomiño, en San Andrés de Teixido y en el convento de Belvis en Compostela. Pero al consultar a los encargados de estos santuarios siempre contestaban que allí no se hacían exorcismos, sino bendiciones litúrgicas.

Gracias a Dios desde 1998 las cosas comenzaron a cambiar. El Papa Juan Pablo II publicó un nuevo ritual de exorcismos que se tradujo al castellano en el 2003. En la introducción se nos dice que hay dos clases de exorcismos: el mayor y el menor, y recomienda prudencia ante las manifestaciones de los fieles que se dicen endemoniados. Nos dice que el ministro del exorcismo mayor ha de ser siempre un sacerdote docto, piadoso, prudente, de vida íntegra y autorizado por el señor obispo. También nos dice que debe hacerse en un oratorio o en un lugar oportuno, alejado de la multitud en presencia de las imágenes de Jesucristo y de la Virgen y nos expone el rito a seguir. En el apéndice habla de los exorcismos menores y nos dice que pueden ser realizados privadamente por los fieles.

En la apertura de Concilio Vaticano II Juan XXIII llamó a un exorcista para exorcizar el demonio de las reuniones de los Padres conciliares. Cuando los investigadores, los periodistas, los etnógrafos y los antropólogos acudíamos a los párrocos de los santuarios donde los posesos hacían largas filas y esperaban horas y horas y hasta se quedaban para el día siguiente, criticábamos el hecho y los administradores de los santuarios ponían el grito en el cielo. La razón era porque creían que les íbamos acabar con el ‘negocio’.

Desde principos del siglo XXI las cosas comenzaron a cambiar. El martes, 1 de julio de este año, José Luis Portela, párroco del Santuario de San Campio en Tomiño y don José Donsión, el cura del Corpiño, reconocen en la prensa que practican exorcismos. Para justificarse dicen que con ello continúan haciendo lo que Jesucristo le mandó hacer a los apóstoles y dicen también que en la actualidad los casos de posesiones diabólicas se están multiplicando. Yo creo que estas afirmaciones las hacen para seguir ‘explotando’ a cuantos acuden a esos santuarios para liberarse del maligno. Aquí radica la dimensión ‘crematística’ de la religiosidad popular y también de la religiosidad culta. El 26 de septiembre del 2008 fallecía Corrado Balducci, el exorcista del Vaticano y de la Ciudad Eterna. Desde ese día el demonio tiene en el mundo un enemigo menos. Fue un sacerdote que dedicó muchos años a ayudar a enfermos mentales y a poseídos del demonio. Corrado nos dice que el Pontífice Juan Pablo II también se enfrentó al demonio cara a cara cuando en abril de 1903 monseñor Alberto, obispo de Spoleto, le manda una posesa y el Papa le dijo que haría misa por ella al día siguiente. Corrado Balducci fue autor de varios libros sobre el tema y comentarista de televisión y nos dice que ‘El cree formalmente que el demonio ronda a los hombres aguardando para apoderarse de cuantos les abran las puertas’. Afirma que la labor de exorcista es hoy un ‘apostolado eclesial’ y un ‘servicio social que consiste en escuchar a las demás personas’. El domingo, 26 de octubre del 2008, supimos que el exorcista Fortea de la diócesis de Alcalá de Henares (Madrid) terminaba de publicar un libro titulado: ‘Memorias de un exorcista’, libro editado en editorial Planeta. Ya antes había publicado otro que llevaba por título: ‘Svmma daemoniaca’ -Tratado de demonología y Manuel de Exorcistas. 2004-. Esto nos indica que la iglesia va evolucionando en estas materias. Yo les pediría a cuantos los practican que no hagan del exorcismo una forma autorizada por la Iglesia para seguir explotanto a los fieles que se consideran poseídos del demonio? Quiero rematar este artículo diciendo que algunos sacerdotes, debido a su imprudencia, practican exorcismos, crean confusión en la Iglesia y refuerzan los males que queremos extirpar.


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