Opinión

Una noche distinta

Sí que lo es. Una noche distinta para entrañables recuerdos, sentimientos sinceros y amor sin reticencias. Esto y mucho más es la noche de hoy 24 de diciembre. Por todo el mundo se respira un ambiente de paz e infinitos deseos de encuentros y amor sincero. A ello se añaden esas entrañables melodías que por todas partes dan un tinte muy especial.

Todo eso provoca la fecha de innegable contenido y origen religioso Es el Nacimiento del Mesías esperado de siglos y añorado por el pueblo desde los albores de la humanidad. Un Niño que llega con un mensaje único para todos los tiempos, unas palabras y una conducta sin caducidad.
Un mensaje y una vida entonces, como ahora, rechazado tal vez porque molestan sus exigencias frente al materialismo y al tener que anhelan y anheló lamentablemente la humanidad a través de los siglos. Una verdad que estorba en un mundo de mentira; una paz que se rechaza en un mundo de guerra; un diálogo postergado en medio de una sociedad que por mucho que hable de entendimiento.
Sería muy lamentable que la fiesta cristiana por excelencia se manipulase o incluso se tratase de oscurecer o sustituir por otros incentivos que pretenden dar un sentido distinto a estas fechas. Que caigamos en la tentación de la confusión y olvidásemos las esencias del mensaje cristiano que viene a traer a la tierra este Niño.

Me pregunto siempre qué punto, o que coma del mensaje de Jesús de Nazaret carece de actualidad, está caduco o está fuera de la realidad. Son las Bienaventuranzas su resumen perfecto pero también y sobre todo el ejemplo y testimonio de una vida coherente que lle llevó desde un humilde pesebre hasta aquellos dos palos del Gólgota desde los que, desangrándose muere perdonando y amando hasta el extremo.

Cuando las fidelidades escasean, el perdón brilla muchas veces por su ausencia y de los valores permanentes ni se habla, tenemos en esta noche motivos más que suficientes para una seria reflexión tanto creyentes como agnósticos o incluso ateos. Para todos nace y a todos quiere ayudar. En un mundo sin verdaderos lideres bien estaría observar en ese Niño a un amigo que nunca va a fallar, a un líder que va delante, a una persona que sabe amar hasta el extremo a sus amigos y enemigos y en definitiva a un Dios que se hace hombre para compartiendo nuestra humanidad tender una mano a tanto desvarío y sin sentido de la cultura del tener.

Para todos, desde aquí los mejores deseos de felicidad. Y para el mundo, acaso de manera utópica, el anhelo de sana convivencia, entendimiento y paz. ¡Ya está bien de tanta guerra, tantas armas y tanto odio y desencuentro!

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