Opinión

POESÍA, ¿CANTIDAD O CALIDAD?

Por esta tierra coruñesa, el sábado día 19 la climatología nos era adversa: lluvia, viento, humedad, frío. Todos los ingredientes necesarios para escapar de la calle y recluirse en casa. Ojeo un periódico y en primera, segunda y tercera plana la noticia del caso Luis Bárcenas y sus 22 millones en Suiza. Me entraron náuseas y a modo de soliloquio me dije a mí mismo que me gustan los chorizos, pero los que compro en una pequeña tienda de Cea cuando en mis frecuentes viajes a Ourense paso por allí, pero que nada tienen que ver con esa estirpe de amigos de enriquecerse a cuenta de lo ajeno.


Me entró un cabreo, tiré el periódico madrileño a la papelera y dije: Y ahora ¿qué hago? Me da por escuchar música y pongo un C8D de María Dolores Pradera y los Sabandeños titulado 'Te canto un bolero' que empieza así con esa voz nostálgica: 'Cómo han pasado los años/ cómo cambiaron las cosas'... Al mismo tiempo que escuchaba música, buscando unos papeles me encontré con una comunicación de la entonces Caixa Pontevedra enviándome las bases para un certamen de poesía, dicho sea de paso, con una dotación de 12.000 euros (1.996.560 pesetas) pero ¡uf! con un número mínimo de 600 versos. Y al leer lo de 600 versos libres casi me da un colapso.


Confieso que me gusta la poesía, repito, 'la poesía', pero esa poesía preciosa de ese libro que conservo desde niño titulado 'Las mil mejores poesías de la lengua castellana' o también 'Antología del grupo poético de 1927', sin olvidar 'Os cen mellores poemas da Lengua Galega', cuyo autor es el profesor Xesús Alonso Montero. Tengo leído a bastantes poetas pero me pregunto ¿de dónde sale la musa, la inspiración para componer 600 versos? Esto no es exigirle al poeta calidad, sino cantidad. La afición a la poesía va en detrimento, apenas se vende, y eso lo saben bien las librerías. El mismísimo Juan Ramón Jiménez, poeta, premio Nobel de Literatura en el año 1956, nos dejó esta dedicatoria: 'A la minoría, siempre'.


También el Nobel de Literatura George Eliot, poeta, escribó que 'ningún verso es libre para quien quiera hacer un buen trabajo'. Lo breve, dos veces bueno. El soneto es breve y la dificultad de su composición es grande. ¡Qué bonitos son los versos de Lope de Vega! 'A mis soledades voy/ de mis soledades vengo/ porque para andar conmigo/ me bastan mis sentimientos'... ¿Y qué decir de estos versos delatores de Rubén Darío cuando nos vemos en el espejo: '¡Juventud, divino tesoro/ ya te vas par ano volver!/ cuando quiero llorar, no lloro/ y a veces lloro sin quereer'.


Grandes poetas hubo en Galicia y ¿cómo olvidar estos lindos versos de Valentín Lamas Carvajal: 'Fálame nesa fala melosiña/ que celestiales armunías ten;/ fálame no lenguaxe da terriña/ si é que me queres ben'. Cosa sencilla y rimada son estos versos de autor anónimo: 'Martita, cara bonita/ no te mires al espejo/ por si el cristal se enamora/ y te quiere dar un beso'...


Y concluyo con esta sentencia del que fue presidente de Estados Unidos (q.e.p.d.), John Fitzgerald Kennedy: 'Si hubiera más políticos que supieran poesía y más poetas que entendieran de política, el mundo sería un lugar un poco mejor para vivir en él'. Seguro que al dejarnos tan magnífica sentencia no estaba pensando en Luis Bárcenas.

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