Opinión

Adelante y atrás

La estrategia del Gobierno sobre los recortes a aplicar se está convirtiendo en un sinvivir, a cuenta de anunciar una cosa y pocas horas después, la contraria u otra distinta. El ministro de Economía se mostró ayer partidario de que los ricos paguen por la asistencia sanitaria, para reducir los gastos en esta materia. Apenas había acabado de explicar su teoría y ya estaba el número tres del PP, Carlos Floriano, desautorizándole, toda vez que, dijo, su partido es contrario al copago. Pocas horas más tarde, se supo que el Gobierno pretende ahorrar 10.000 millones en sanidad y educación, aunque ni unos ni otros dieron detalles, con lo que seguimos en ascuas.

A partir de la experiencia acumulada, lo único claro es que nos sacarán 10.000 millones aunque sea del tejido pegado a las costillas. O sea que pongámonos en lo peor. Lo que resulta más difícil de entender es porqué quienes mandan no usan un discurso común, de forma que lo entendamos todos y sepamos a qué carta quedarnos y, más importante, confiar en las decisiones.

O no, que diría Rajoy. A lo mejor es que todo responde a una estrategia calculada y cada uno juega su papel, previamente pactado con Europa, de forma que después salga el presidente y rebaje las exigencias de Bruselas, como sucedió con el déficit, demostrando capacidad para rebelarse.

En tiempos, cuando el Gobierno decidía la subida de los precios de los carburantes, cuenta la leyenda que filtraba a la opinión pública una cantidad exagerada, con la que se montaba la de Dios es Cristo; luego, salía un portavoz autorizado diciendo que subiría muy por debajo del primer anuncio, con lo cual, los escandalizados consumidores reaccionaban con un !ah, bueno!, al interpretarlo como una marcha atrás, que en realidad era donde el que decidía había querido poner el alza. Tal vez no fuese así, pero esto suena parecido.

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