Opinión

Capitanes intrépidos

Muchas más veces de las que nos imaginamos ocurren hechos en España que dan ejemplo de seriedad, honradez y valentía, y que no se recogen con todo su valor en la mayoría de nuestros medios informativos.

Es el caso del capitán de la Marina Mercante Alexander Balsa, cuya historia está exponiéndose en Corea del Sur como contrapunto a la del capitán Lee Joon-seok, que el 16 de abril escapó para salvarse del barco “Sewol”, mientras se le ahogaban 300 pasajeros.

Balsa, capitán de uno de los ferrys que enlazan las Islas Canarias, llevaba el pasado 25 de abril 600 pasajeros en su barco “Volcán de Taburiente”, cuando se declaró un incendio en las bodegas.

Actuó con rigurosa profesionalidad para salvar el pasaje, lo que, mientras en España resultaba algo obvio, en Corea se convertía en un acto envidiable.

Una conducta también ejemplar para los italianos, avergonzados con Francesco Schettino, capitán del “Costa Concordia”, cuyo imprudencia y posterior huida provocaron el embarrancamiento del barco y 32 muertos el 13 de enero de 2012.

En los últimos años suelen ser más comunes las conductas de los capitanes como el italiano y el coreano, y menos como la del capitán del barco con nombre de uno de los volcanes canarios, como varios de los barcos de la Naviera Armas.

El paradigma del buen capitán, del capitán intrépido, es Edward John Smith, que mandaba el “Titanic”, con el que decidió hundirse el 15 de abril de 1912 para convertirse en otro de los 1514 muertos, y no en uno de los 709 supervivientes.

La expresión “Mujeres y niños, sálvense primero” -¿la rechazan las feministas?-fue real en el “Titanic”: el setenta por ciento de las pasajeras se salvó, y sólo el treinta por ciento de varones.

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