Opinión

Apóstoles de la paz

El movimiento pacifista mundial concluyó que Lennon era algo así como un Jesucristo del norte

Cada vez que se produce una guerra nueva –y muy especialmente aquellas que se desarrollan en los lugares en los que el mundo civilizado espera que no se produzcan, Ucrania por ejemplo- la opinión pública en general tira de la memoria de John Winston Lennon, un personaje comúnmente identificado con la causa pacifista, sobre todo tras haber compuesto “Imagine”, una canción intimista y susurrante que escribió poco tiempo después de la desbandada de los Beatles.

Lennon se sentó una soleada mañana frente a su piano blanco y comenzó a desgranar una melodía hermosa y sencilla en Do mayor cuyas palabras hablaban de hermandad, paz, amor, libertad y diálogo y que las causas no armamentistas no dudaron en adoptar como himno a pesar de que su autor era un joven de clase trabajadora natural de Liverpool que se había pasado su primera juventud liado a bofetadas con todo lo que se movía, que se emborrachaba como un buey cada viernes por la noche y la liaba en el pub y que pegaba patadas en las muletas de los cojos para que se cayeran de culo y guiaba engañosamente a los ciegos para que se estamparan de narices contra las farolas.

El movimiento pacifista mundial concluyó que Lennon era algo así como un Jesucristo del norte y lo colocaron en su peana para santificar la causa y santificarse a sí mismos. Tengo fuertes dudas sobre la sinceridad de Lennon al enarbolar la bandera pacifista, y sospecho que todo respondió a una estrategia bien madurada por su pareja Yoko Ono en su propio beneficio y con la idea de sacar partido a esa vertiente apostólica de su marido, un aspecto de la personalidad del músico inglés que le reportó, ya de viuda, cuantiosos beneficios.

Asisto por tanto algo sorprendido a la toma de posiciones adoptadas por Unidas Podemos. Por fortuna para los adoradores de los Beatles como yo mismo, no han tirado de John Lennon para blanquear las posturas que defienden, pero lo que no tiene duda es que este discurso ambiguo e imposible lo mantiene gente que en estos momentos nos gobierna. Lo airean a los cuatro vientos titulares de ministerios que tienen poder y capacidad para tomar determinaciones. Ayer escuché también la indecencia hecha palabra de un villano vociferante e insoportable llamado Nicolás Maduro. Podemos y sus ministras, y Maduro van por idéntico camino. Ay Dios mío…

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