Opinión

El defensa de difícil defensa

El Club de Fútbol Barcelona se ha desmarcado y con razón, de las opiniones vertidas por uno de sus futbolistas –el defensa Dani Alves- en una de sus cuentas de la red, ese rincón oscuro en el que cada hijo de vecino se apresta a compartir sus miserias con quien quiera prestarse a ese absurdo compadreo. Hace algún tiempo que he procurado salir discretamente de esos foros porque del mismo modo que en su momento representaron un notable avance en materia de comunicación y limaron distancias convirtiendo la opinión en asequible, ahora han acabado pervirtiéndola. Cualquiera que tenga una plataforma electrónica y sepa juntar sin mucha exigencia las letras, adquiere capacidad para redactar sus ideas y colgarlas para que todo el mundo las comparta sean de la naturaleza que sean. No hay filtro alguno ni defensa. En definitiva, cualquiera puede utilizar su cuenta del modo que mejor  estime y puede volcar en ella lo peor de su propia naturaleza. Dani Alves, que es un personaje público  que debería ser particularmente cuidadoso con lo que hace y con lo que dice porque sus hábitos pueden servir de guía a los más jóvenes, no solo se manifiesta como un personaje peligroso en el terreno de juego sino que ahora es también autor de libelos.

El último califica de “puta basura” a los medios de comunicación, aquellos que contribuyen a sustentarle contra viento y marea  y le ayudan a estar donde está y cobrar lo que cobra. Alves no es un personaje agradecido ni puede servir a nadie de ejemplo. Pero al menos no había utilizado hasta el momento las nuevas tecnologías para otra cosa que para rendirse homenajes de hedonismo y presunción. Dani colgaba fotos luciendo modelos, bailando samba o cantando. Le hemos visto celebrando las copas que ha ganado junto a sus amiguetes, enseñando indumentos demenciales o posando en compañía de gente excesiva como él. Es verdad que siempre se ha caracterizado por no saber tener la lengua quieta, pero esta última hazaña es imperdonable y alguien debería contenerlo.

La historia del fútbol está cuajada de juguetes rotos y es especialmente inexorable con los futbolistas brasileños venidos a menos. Algunos, fueron muy buena gente pero otros se comportaron con una insoportable petulancia que terminó rebotándose contra ellos. Dani lleva todas las papeletas y cuando esto se acabe no creo que haya muchos que le tengan respeto.

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