Opinión

El mal amigo

Es verdad que Putin sigue contando con apoyos, pero cierto es también que cada vez son más escasos

Como suele ocurrir en estos casos,  a nadie le hace gracia alguna que lo identifiquen con un sujeto que está maldito para la mayor parte del mundo como este indeseable invasor llamado Vladimir Putin. Existen testimonios, fotografías, mensajes, actos comunes, intercambio de palabras, comentarios favorables, visitas… que en estas situaciones salen a la superficie y pueden ponerle a cualquiera en un brete.

Es verdad que el político ruso sigue contando con apoyos puntuales, pero cierto es también que cada vez son más escasos, y nadie desea aparecer paseando por la palpitante actualidad del brazo de un indeseable, tirano y asesino de niños al estilo de Putin. Hay incluso quien está reflexionando cada día más profundamente sobre este espinoso asunto. A Maduro se le han aparecido los gringos dólares en mano por Miraflores para debatir sobre la compra de gas que sustituya al gas ruso, y le ha cambiado la cara. Se le han puesto los ojos como bombillas y asegura que ver su bandera junto a la de las barras y las estrellas es una imagen muy bonita. Y tan entrañable como debe ser y es necesario que sea.

Quienes han tenido algún contacto con Putin y quieren seguir manteniendo la fama a salvo, se desvinculan de él con carácter de urgencia. Este es el doloroso caso de Carles Puigdemont, que levanta las esquinas de las alfombras para ocultar sus miserias y orillar los muchos contactos que tuvo con el primer ministro ruso y sus secuaces de cuyos contenidos desea desesperadamente liberarse no sea que se conozca la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad, y sepamos hasta qué punto hubo tema entre ellos y cuánto le debe la intentona de sedición catalanista a los socios rusos.

Un día conoceremos el contenido de esas relaciones apócrifas y sabremos cuánto cuello tenía Puigdemont y todo su estado mayor metido donde no debía. De hecho, el actual presidente catalán, un ciudadano llamado Pere Aragonés, se pasa el día  haciendo equilibrios en el alambre para no tener que condenar públicamente la invasión de Ucrania por las tropas rusas y los crímenes de guerra que las tropas rusas están cometiendo por encomienda directa de Vladimir Putin. Eso sí, Unidas Podemos y sus dos ministras de la Corona permanecen fieles a la causa y siguen enarbolando el placebo del “No a la guerra” sin aditivos ni colorantes. Ya les pasará factura.

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