Opinión

Esto no ha acabado

Luis Rubiales no es precisamente un ejemplo de elegancia y distinción

Con independencia del cauce jurídico que sigan los acontecimientos presentados por  un diario digital que narra los contenidos de las conversaciones que mantuvieron Gerard Pique y Luis Rubiales previos a la celebración de la Supercopa en Arabia Saudí, la fórmula elegida por ambos para tratar de minimizar el impacto moral producido por sus comportamientos no parece ni el más adecuado ni el más sensato. Ambos han optado por hacer de la defensa el mejor ataque y ambos han elegido una rueda de prensa feroz y combativa. Hay en el ambiente que ha sembrado la información administrada por “El Confidencial” –periódico en la red que ha tenido acceso a los datos presumiblemente robados del sistema informático federativo- un desagradable y mal encarado rastro que se encarga de enturbiar todo el ámbito del conflicto, y que en el caso del presidente  tiene todavía peor aspecto. Rubiales no es precisamente un ejemplo de elegancia y distinción ni en el decir ni en el hacer, y sus últimas comparecencias se han encargado de mostrarnos la cara más desgarrada del presidente. El presidente ha hecho referencia a una mafia que le ha elegido como objetivo y que puede apelar a métodos tan degradantes como meterle un saco de cocaína en su automóvil o pegarle un tiro en una cuneta, argumentos con los que el mandatario federativo parece tratar de convertirse en víctima  y de trasmitir a la opinión pública una situación tan peregrina como la de que su vida y la de su familia están ahora mismo en grave peligro.

No acaba de cuadrar este círculo y sospecho que cada día, la opinión pública se va a desayunar con nuevas revelaciones administradas con cuentagotas de una operación que cada vez tiene peor pinta. Para acabar de liarla,  el último en intervenir ha sido el secretario de Estado para el Deporte, un inútil en todos los puestos en los que ha ido aterrizando llamado José Manuel Franco cuyo análisis de la cuestión ruboriza. Franco, como en él es habitual, no se ha enterado de nada hasta ahora, no posee ni información ni criterio para juzgar ponderadamente el acontecimiento, y no ha dicho más que majaderías sin contenido cuando le ha tocado intervenir.

Esto no ha acabado y las complicaciones se ven venir porque hay conflicto de intereses en Piqué, hay opacidad culposa en Rubiales, y hay ignorancia y dejación de responsabilidades en el Gobierno. Ya veremos.

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